Los
últimos estudios sobre nutrición revelan que el ácido omega 3 influye en el
estado de ánimo e incluso es posible que un aumento de consumo de pescado en la
dieta nos preserve de padecer enfermedades mentales, como la depresión, las
psicosis y las conductas impulsivas.
En
cambio, el exceso de grasas hidrogenadas y azúcar, no sólo afectan el humor
sino también el aprendizaje.
Todos
nos sentimos mucho mejor después de una buena comida, por lo tanto, es obvio
que funcionemos mejor, que nuestro rendimiento sea mayor y que tenderemos a ser
más amigables y amables con los demás.
Sin
embargo, pocos son los que prestan atención a esta premisa y se castigan con
una dieta desequilibrada, comen irregularmente cualquier cosa a cualquier hora
y casi nunca se sientan a comer.
Numerosos
estudios realizados sobre la influencia de la alimentación en la salud mental y
el estado de ánimo corroboran que la falta de conducta alimentaria conduce a un
aumento de peso, a un deficiente funcionamiento del aparato digestivo, a la
depresión y a un estado anímico caracterizado por permanente irritabilidad, agresividad
e infelicidad.
El
endocrinólogo Frederik Nyström, de la Universidad de Linköping, realilzó en
2010 un experimento bajo condiciones controladas, con 18 voluntarios, dispuesto a probar esta
hipótesis.
Se
sometió a los sujetos durante un mes, a una dieta de comida rápida en grandes
cantidades, con casi el doble de las calorías que consumían habitualmente, y
además deberían evitar realizar mucho movimiento o esfuerzos físicos.
Una
vez realizada esta experiencia, se pudo observar que la mayoría no aumentó de
peso según lo esperado pero si estaban casi todos de pésimo estado de ánimo y
cuanto más comían peor se sentían.
Según
constató el equipo de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, las grasas
trans de las papas fritas y las alitas de pollo no sólo perjudica al cuerpo,
también desencadena estados depresivos.
En cambio, una dieta rica en grasas saludables, por ejemplo del aceite
de oliva y del pescado, parecían provocar el efecto contrario.
También
se hizo un estudio controlado en el que participaron doscientos reclusos de un
centro de detención en los Países Bajos.
A un grupo se les suministró un complejo vitamínico rico en minerales y
ácidos grasos omega tres mientras que otro grupo sólo recibió un placebo. Se
constató que aunque ni ellos ni los celadores sabían qué tipo de cápsulas había
ingerido cada uno, los actos violentos y los disturbios que ocasionaban
disminuyeron en forma drástica.
Otro
estudio realizado en la Universidad de Oxford con delincuentes de una prisión juvenil escocesa mostró un resultado
similar.
En
los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos también se comprobó que
los alcohólicos violentos se mostraron menos agresivos luego de haber sido
sometidos a una dieta con complementos alimenticios.
Por
lo tanto, existen fundamentos como para afirmar que los ácidos grasos
insaturados producen un efecto positivo sobre el estado de ánimo beneficiando a
las personas con depresión o con trastorno máníaco depresivo (bipolares), e
incluso mejoran los síntomas en el trastorno límite de personalidad (TLP), tal
como lo asegura Mary Zanarini, de la Escuela Médica de Harvard, después de un
estudio realizado con diez mujeres con TLP que recibieron suplemento
alimenticio de ácidos grasos insaturados.
En
los últimos cien años ha aumentado espectacularmente el consumo de grasas trans
en el mundo occicental mientras que el de ácidos grasos omega tres ha
disminuido. Este fenómeno podría explicar el aumento de
enfermedades depresivas en los países altamente desarrollados.
Los
ácidos grasos omega tres resultan imprescindibles para el normal funcionamiento
del cerebro y aunque son vitales para el organismo, el cuerpo no puede sintetizarlos por sí mismo,
por lo que es necesario incluirlos en la alimentación, por ejemplo, mediante un incremento del consumo de pescado
(como mínimo dos veces por semana), semillas de lino o nueces.
Los
ácidos grasos omega tres también reducen el riesgo de sufrir hipertensión,
infarto de corazón, arritmias y enfermedades reumáticas.
Malena
Fuente:
“Mente y Cerebro, No.61/2013; “Alimento para la psique”
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Hola, Malena! Buenas noches! He cobrado la pensión. Cuando tengo dinero me da por comer dulces y refrescos. Para merendar me compré un dulce y un refresco. Y después empecé a pensar rápido y teniendo rencores.
ResponderEliminarVeo la publicación esta y me doy cuenta de que tiene que ver. Que está relacionado el consumo de dulces y refrescos y estar nervioso.
Y sabes adoro el sabor dulce. El dulce me pierde.
Me tomo medicinas para la cabeza que dan diabetes.
Voy a hAcerme un queque un cake. Es más sano haciéndolo yo.
Gracias hasta luego suerte
Pablo Manuel
hola Pablo, los dulces nos calman porque no te olvides que la leche materna es dulce y de allí nos viene la avidez por ese sabor, de la leche que nos tranquilizaba desde que nacimos.
ResponderEliminarAhora que cobras la pensión aprende una regla de oro: guarda el 10% de lo que cobras todos los meses para gastos más grandes cuando necesites algo importante.
Puedes darte los gustos pero no gastarlo todo. Esa es una forma del dominio de uno mismo. Saludos, malena