La fórmula más eficaz para aceptar el dolor es tomar
conciencia que forma parte de la vida y que la felicidad permanente no existe.
El hecho de estar vivos nos expone a experimentar
algún dolor en algún momento y todos contamos con la fortaleza para
enfrentarlo.
Si no se está dispuesto a enfrentar el dolor tampoco
se podrá vivir plenamente la alegría; porque vivir es sentir y el que no desea
sentir está muerto en vida.
Vivir es un riego y relacionarse con otros un
verdadero desafío pero también la oportunidad de compartir experiencias y transitar
por este mundo en compañía.
Vivimos una época que se caracteriza por la poca
disposición a aceptar el dolor y la frustración.
La vida se ha transformado en un circo donde sólo
hay lugar para la alegría y la diversión y donde se pretende negar cualquier
expresión negativa, los sentimientos naturales que generan las pérdidas y las
dificultades de relación.
Una prueba es el cambio que se registra en las
ceremonias funerarias las que ahora se reducen, en el mejor de los casos, a acompañar al fallecido hasta el cementerio.
Negarse a aceptar el dolor como parte de la vida,
contrariamente a lo que se supone, produce el enorme desgaste de la energía que se
necesita para acallar a la conciencia; además, trastornos emocionales graves,
ansiedad, miedo y baja autoestima, por la secreta convicción de no haber podido
enfrentarse a él.
Vivir con cierto grado de estrés es normal, ya que
si no fuera así no aceptaríamos ningún desafío y una vida en esas condiciones
no valdría la pena ser vivida.
El estrés es normal mientras no se abuse de él y se
convierta en una adicción.
Lo mismo pasa con la ansiedad, se vuelve patológica
cuando la reacción emocional es exagerada y no guarda relación con las
circunstancias.
De esta manera, la ansiedad se transforma en un hábito,
llega a formar parte de la personalidad y se manifiesta en todas las situaciones,
aún en aquellas que no impliquen amenaza alguna.
El problema de esta forma de actuar es que en lugar
de cambiar los hábitos, detectar las señales de fatiga, reducir la actividad en
forma razonable, o sea tomar conciencia de las verdaderas razones del estrés o
la ansiedad patológica, se recurre a los ansiolíticos.
En esta época nadie está dispuesto a cambiar de
hábitos porque todos buscan soluciones
rápidas que vengan de afuera, no de adentro.
Los pensamientos son más rápidos que nuestra
capacidad para ponerlos en práctica.
Hay que empezar a ponerle freno a la mente, pensar
dos veces lo que vamos a hacer, tener conciencia de nuestros límites y dudar de
nuestros impulsos.
Nadie tiene la fórmula para sentirse bien siempre, a
veces podemos tomarnos la libertad de estar tristes o deprimidos, de mal humor,
desganados o pesimistas, callados o
meditabundos porque así es la vida y lo mejor es aceptarla como es.
Tenemos siempre la posibilidad de cambiar las cosas sobre las
que tenemos control, sin olvidar que lo que no podemos controlar tendremos que
aceptarlo.
Malena
Fuente: “500
preguntas a un psicólogo”; Jorge Barraca, doctor en Psicología.
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:) ¡Hola, Malena, que eres buena! ¡Gracias por poner estas ideas, darnos la oportunidad de hablar de esto y aconsejarnos! ¡Qué suerte!
ResponderEliminarYo creo que por evitar el dolor durante un tiempo en mi vida, vino todo junto después en forma de brote psicótico. Ya mejor, gracias a Dios y yo no me cuido pero bueno.
Creo que la ansiedad que siento en la ciudad es porque atribuyo que la gente allí no me hable, a que hice cosas mal hechas en mi vida. Y que sucedían en la ciudad. Ya saben, hurtar en los grandes almacenes debido a mi cleptomanía, ya mejor. ¡ahhhhh! (suspiro)
Necesito sentirme querido en la ciudad. No soy un niño, tengo 40 años, pero la soledad en la ciudad es... tú dices que la soledad no es buena ni mala, es neutra pero nosotros la teñimos. Bueno, eso lo he visto en algún sitio.
Ahora estoy solo en casa. Todos duermen, menos yo. POdría estar desesperado pensando "qué solo me siento", pero estoy bien escribiendo esto que lees tú ahora. (Gracias por leerme). Es una forma de comunicación, también. No estoy solo del todo.
También podría estar conmigo mismo. Meditar.
Ser irreflexivo tiene sus ventajas. Pero, ¡cuánta gente no se ha matado por no pensar en lo que hace!
La soledad puede ser una oportunidad para conocerse.
Esta tarde fui a la ciudad. Me sentía solo, que es normal. En la guagua se subieron a medio camino una señora con su hija que conocía. La señora es simpática y su hija muy guapa. A veces hablamos cuando nos vemos. Hoy solo las saludé aunque se pusieron al lado mío con el pasillo en medio. Me costaba hablar.
Me pasó una cosa. Cuando nos saludamos, tuve la imagen de una máquina oxidada. Que yo era esa máquina oxidada y quieta mucho tiempo.
Creo que me crié en compañía de mis hermanos y necesito compañía mucho tiempo al día. Y no la tengo, a veces.
He estado mucho tiempo solo, y no he aprendido a vivir así. No he sabido desenvolverme.
No somos niños en el útero materno ya. Me duele pensar así, creo que porque de alguna manera necesitamos una conexión.
Hasta mañana si Dios quiere. Pablo
¡Que Dios la bendiga!
hola Pablo, me alegra poder ser útil y que este espacio te sirva para expresarte y tener la oportunidad de aprender a cambiar algunos hábitos y pensamientos que te resultan perjudiciales y que no te permiten crecer.
ResponderEliminarTodos los días tienes que practicar conductas nuevas, o sea responder en forma diferente a situaciones viejas, y luego observar cómo te sientes con los resultados.
Esto es terapia cognitiva, aprender a ser distinto y salir de los condicionamientos.
saludos, malena
Hola Malena!! :) Sí, eso me sale en la ciudad espontáneamente, lo de practicar conductas nuevas para ver qué pasa. Lo que me reprimo, no sé. Cuando me relaciono con los demás no hablo de mis problemas. Finjo no tener problemas y ser feliz.
ResponderEliminarY, ¡soy envidiado por algo que no disfruto! :)
A veces es mejor que que se rían de uno...
Aunque el sentimiento que te nace de que envidien algo que no tienes es malo. Es un poco de tontos...
bueno, :) ciao!! hasta mañana si Dios quiere!
Pablo
Hola Pablo, es bueno resguardar la propia intimidad de la opinión de los demás, porque nadie puede vivir de la misma forma los propios problemas y les será difícil comprendernos.
ResponderEliminarA veces es bueno conocer otras perspectivas para ampliar la nuestra, pero también es bueno tener la madurez suficiente como para aprender de nuestras experiencias y de las experiencias de los demás. saudos malena