El resentimiento y el rencor hacia los padres son
obstáculos que nos impiden avanzar en la vida y desarrollar nuevos vínculos
saludables.
La infancia es una etapa decisiva que nos marca para
siempre; está en cada uno de nosotros comprender a nuestros padres y
perdonarlos.
Es necesario darse cuenta que los padres, como los
demás seres humanos, no son perfectos, que sólo los hemos idealizados, pero que
hacen lo que pueden.
Padre y madre son las personas más significativas
desde que nacemos y siempre tienen importancia en nuestras vidas.
Los errores y las omisiones que cometen los padres
perduran en nuestro inconsciente siempre.
Son heridas que vuelven a sangrar en la adultez, en cada frustración que
generen los nuevos vínculos.
Sin embargo, si somos conscientes de esas heridas y
somos capaces de incorporarlas emocionalmente, aceptarlas y perdonarlas,
podremos avanzar en la vida sin esa carga.
El amor supera cualquier dolor y nos permite
perdonarles todo a todos y también hace posible continuar y encontrar una nueva
forma de relación más sana.
A veces se trata de mejorar la comunicación, poder
expresarse y dejar que ellos se expresen libremente, con respeto y sin interferir,
porque el resentimiento es una acumulación de palabras no dichas y de emociones
no vividas.
Somos los hijos de nuestros padres y es necesario
mantener ese rol familiar siempre, sin
pretender ocupar otro, aunque a veces creamos conveniente ser padres de
nuestros hermanos o de nuestros mismos padres; y ser capaces de aprender a respetar
la individualidad de los demás y sus propios espacios y tiempos.
Hacer lo posible para estar juntos y compartir
momentos nos permite conocerlos mejor y comprender sus necesidades y
sentimientos; y si somos leales con ellos generaremos confianza y creerán en
nosotros, lo que mejorará el vínculo.
El amor hay que demostrarlo con hechos y expresiones
de afecto, sin dejar pasar mucho tiempo sin expresar los sentimientos.
Reconocer que en una crisis familiar, todos son
responsables, no sólo los padres sino también los hijos y que cuando uno de
ellos cambia, cambian también los otros.
La compasión, la comprensión y el amor son las
mejores herramientas para volver a construir los lazos familiares rotos.
Malena Lede - Psicóloga
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