LOS ROMANCES VIRTUALES - http://psicologia-malenalede.blogspot.com




Una adolescente puede enamorarse del amor y mantener una relación platónica a una enorme distancia para cumplir su deseo inconsciente de que nunca se concrete.

La realidad virtual permite a una adolescente jugar al amor de pareja “como si fuera cierto”, y construye una fantasía con la ayuda de otra que le sigue el juego, generalmente con un objetivo distinto y muy probable, para divertirse, comprobar hasta dónde llega la inocencia y poder reírse de ella.

No hay que olvidar que la comunicación por la red se presta a muchos engaños y que para gran parte de los usuarios se trata de un entretenimiento para pasar el rato, que les permite experimentar distintos roles sin ningún costo para ellos, sin importarle en absoluto las expectativas que pueden crear en otros ni las consecuencias de sus actos.

Una persona joven, soñadora y sin experiencia, decide ponerse en contacto con alguien que vive del otro lado del océano, demostrando a las claras que teme el encuentro cara a cara y que además no está dispuesta a acercarse.

Un océano de distancia le proporciona esa seguridad, mientras tanto puede jugar a “como si tuviera novio”; tal cual hacen los niños con sus juguetes “como si fueran grandes”.

Habría que indagar por qué esa joven no desea el contacto directo para relacionarse, por qué prefiere perder el tiempo con un remoto desconocido y no aprovecha el mismo medio para conectarse con otra persona que viva en la misma ciudad.

Es obvio que debe haber una respuesta lógica al cuestionamiento que genera su decisión de aceptar relacionarse con quien seguramente tendrá pocas chances de algún día encontrarse.

El medio virtual se presta al engaño; la gente muy joven suele afirmar que es mayor de edad, los casados pueden asegurar que no tienen ningún compromiso previo, incluso viviendo con sus mujeres y teniendo hijos; mientras otros pueden mentir sobre su edad o sexo biológico o de preferencia.

Frente a estas posibilidades sólo les queda ser precavidos para no ser víctimas de esos engaños, pero también para darse cuenta de las propias intenciones, o sea de qué es lo que realmente están buscando y dejar de engañarse a sí mismos.

Malena Lede - Psicóloga