CAMBIAR DE PAREJA NO ES LA SOLUCIÓN - PSICOLOGA MALENA LEDE

Cuando estamos descontentos, malhumorados, irritables y nos  molestan los demás, acostumbramos a proyectar en los que nos rodean ese malestar; cuando en primer lugar, por alguna razón que desconocemos el real problema es con nosotros mismos, con lo que estamos haciendo, con lo que somos, con lo que nos gustaría ser y hacer.

Los demás son una excusa para no cambiar, porque se puede afirmar que cambiar es casi imposible.

Por eso nos convencemos que por ejemplo, si nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo, jefes, parejas etc., fueran diferentes podríamos ser más felices.

No podemos cambiar a los demás pero sí podemos cambiar nosotros mismos; y cuando lo hacemos, : los demás también cambian.

Los problemas de pareja pueden solucionarse mejorando la comunicación, hablando, diciéndose mutuamente lo que piensan, lo que quieren, lo que sienten, lo que desean.

Muchas parejas sufren sus problemas en silencio, no comparten sus estados de ánimo, sus tristezas, sus alegrías, son como dos islas, cada uno viviendo en su propio mundo y cuando se encuentran son dos desconocidos, dos personas separadas por un abismo, cada uno pensando en su propio ombligo, en su propia satisfacción, su propia felicidad, su propia vida, donde no hay lugar para el otro, o sea donde no hay lugar para el amor por el otro.

Mucho se habla sobre el amor, pero la mayor parte de la gente está centrada en sí misma, en sus necesidades, sus gustos, sus objetivos.

Amar es hacer felices a otros y eso es precisamente lo que nos puede hacer mucho más felices.

Estamos siempre exigiendo a los demás que nos amen, que nos demuestren amor, pero nosotros somos incapaces de dar amor.

Somos egocéntricos y ansiosos, podemos tenerlo todo y sin embargo vivir deseando lo que tienen los demás, estar en el lugar de ellos, vivir la vida de ellos.

A muchas parejas las unió alguna vez el amor pero terminan separadas por el odio, la venganza, la envidia, el orgullo, la impaciencia, la intolerancia.  No pueden creer que ese otro u otra que tanto amaban ahora les resulte insoportable, desagradable, odioso.

Por eso no hay que dejarse llevar por las pasiones, y aprender que hay que confiar en las relaciones más profundas, o sea aquellas que han superado la ceguera del enamoramiento que es la que impide ver la realidad tal cual es, que obnubila la razón y sólo nos permite ver lo que queremos y no lo que es.