En algunas ocasiones, el pensamiento sobre el sentido de nuestra existencia puede ocupar nuestra mente, principalmente después de haber cumplido con algunos de los ciclos de la vida, lo que puede obstaculizar iniciar el siguiente.
En esta época en que vivimos, en la que un pesimismo generalizado mundial parece invadir las mentes de los seres humanos, vi con sorpresa, que uno de los libros más vendidos en la actualidad en las librerías porteñas, es el libro del médico austriaco Viktor Frankl, "El hombre en busca de sentido", escrito a mediados del siglo pasado, que fue traducido en 24 idiomas.
Nació en Viena, en 1905 y falleció en 1999 a los 92 años, después de haber padecido los horrores de la experiencia vivida en los campos de concentración nazis durante más de tres años.
Perdió a toda su familia, que fue ejecutada en las cámaras de gas, sin embargo, a pesar de todo su sufrimiento siendo prisionero, pudo comprobar que si alguien tiene un objetivo para vivir es también capaz de soportar cualquier situación crítica y difícil que le haya producido tristeza, abatimiento o depresión.
Frankl había nacido en Austria, durante el Imperio Austro húngaro y pertenecído a una familia de origen judío. Fue neurólogo, psiquiatra, filósofo y afamado escritor; recibió 29 doctorados honoris causa de distintas universidades y fue fundador de la Logoterapia y del Análisis Existencial.
Perseguido por su origen judío, sobrevivió el cruento cautiverio gracias a su fuerte condición física y por ser médico. Esa experiencia lo inspiró a escribir el libro "El hombre en busca de sentido" en 1946, después de haber recobrado la libertad.
En ese inolvidable libro que leí hace ya muchos años, relata su experiencia en cautiverio, donde no tenía la más mínima posibilidad de poseer pertenencia alguna y menos aún de escribir.
Comprobó que en esos campos de concentración, los prisioneros caían en una apatía y un desinterés por la vida debido a lo deprimente de su situación, cuyo único objetivo se reducía a lograr sobrevivir.
Le impresionaba el sadismo, el placer macabro y la insensibilidad de los guardias hacia el sufrimiento de los prisioneros; sus malos tratos, la desnutrición y las peores condiciones de vida, sin embargo, él pudo comprobar, entre otras muchas cosas, que el buen humor le servía para la supervivencia y que la libertad interior, podía trascender toda condición y permitirle mantener la dignidad.
Se dio cuenta que la desesperanza debía combatirse con una meta futura, mirando por encima de la situación que se está padeciendo, y que el sufrimiento termina cuando se lograr una idea clara de ese objetivo que priorice no tanto lo que uno quiere sino lo que la vida espera de nosotros.
Cuando finalmente terminó la guerra y fueron liberados, ninguno sintió emoción alguna, como si ya no les importara nada; debiendo soportar muchas dificultades para reintegrarse a sus vidas anteriores; como si después de tanto sufrimiento no tuvieran más nada que perder.
Muchos pueden llegar a padecer el mismo sentimiento de vacío interior en algún momento de la vida, por distintos motivos y perder las ganas de vivir, de continuar una vida que para ellos ya no tiene ningún sentido.
La Logoterapia de Viktor Frankl es el intento de ayudar a reinsertarse en la vida, recobrar el entusiasmo y buscar una nueva razón para existir, un interés que podamos desarrollar no sólo para nuestro beneficio sino también para los demás.
Durante el cautiverio, Viktor Frankl no disponía de lápiz ni papel alguno para escribir lo que pensaba, pero se entretenía memorizando sus experiencias y lo que aprendía de ellas, para que en un futuro pudieran servirles a otros.
Todo ser humano tiene el poder de trascender todo condicionamiento, eso es en gran parte, lo que nos distingue de los animales.
Malena Lede
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