El fútbol, pasión de multitudes, es un deporte que en todo el mundo congrega a gran parte de la gente más violenta. Tal es así que en todos los países que se practica, inclusive el nuestro, han tenido que tomar medidas drásticas para evitar excesos y daños, tanto en la propiedad privada como en la vida pública.
Hoy los partidos se juegan sólo con el público local para evitar que las barras bravas provoquen actos de violencia contra sus oponentes pero aún así también rompen butacas, tiran piedras y hacen imposible la circulación de vehículos por las zonas aledañas, cada vez que se juega un partido.
Hoy en día, las canchas de fútbol cada vez más se parecen al circo romano, donde el público se deleitaba viendo la lucha entre dos bestias hasta la muerte.
No hemos avanzado nada, el sueño de una conciencia humana más elevada es nada más que un sueño, los seres humanos no pueden dejar atrás sus instintos de destrucción y muerte.
A eso se suma la inoperancia de las autoridades que cuidan sus votos y están atados de pies y manos para detener a las bandas de forajidos que atentan contra los monumentos, rompen vidrieras, destruyen alumbrado público y se comportan mucho peor que los animales.
La mayoría desbocada era evidente que estaba bajo los efectos del alcohol o de las drogas, mientras el resto de la gente que había ido a festejar sanamente, se cuidaba sola ya que la policía no se llevó a ninguno preso.
Con el cuento de tener a todos registrados con la fotografía de sus caras los dejaron actuar libremente sin intervenir para nada, mentira ridícula que nadie en su sano juicio puede aceptar.
Es posible que no haya servicio policial antimotines o bomberos que los dispersen con sus mangueras, para evitar que hagan más daños?
La gente que trabaja, que paga impuestos, que respeta las leyes, tiene que vivir tolerando a estas bandas de malvivientes sin freno, y quedar expuesta a sus abusos.
Los campeones tuvieron que detener su marcha y huir en helicóptero para no ser aplastados por la masa de fanáticos violentos, llenos de inexplicable odio.
En este momento siento vergüenza ajena y no me enorgullece ser argentina ni vivir en un país que tolera los desbordes sin actuar, donde nadie está seguro en ningún lado y donde reina la anarquía y el desorden.
Malena Lede
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Totalmente de acuerdo!!
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