Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS)


Existen infecciones causadas por distintos tipos de bacterias que se pueden contagiar durante las relaciones sexuales. Algunas de ellas, como la Hepatitis B y el Sida se pueden transmitir también a través de la sangre.

Varias de las patologías de transmisión sexual pueden afectar los genitales de ambos sexos pero también pueden comprometer la posibilidad de tener hijos y a órganos como el hígado, el intestino, las articulaciones, el sistema inmunológico, etc.

Según datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud, estas enfermedades afectan particularmente a las mujeres adolescentes, y cerca de un cuarenta por ciento de los casos de infertilidad se deben a las consecuencias de infecciones de esta naturaleza.

Una de las infecciones de estas características más mortal es la causada por el virus del papiloma humano, responsable de casi quinientos mil casos de cáncer cervicouterino, mientras doscientos cincuenta mil muertes están asociadas a este virus.

En cuanto a la sífilis, enfermedad contagiosa crónica provocada por el Treponema Pallidum, afortunadamente, gracias a la moderna quimioterapia y principalmente a la penicilina, se puede detener su evolución.
Fue una enfermedad muy temida antes del descubrimiento de los antibióticos y muchos de sus signos y síntomas son difícil de distinguir de otras enfermedades.

Durante el embarazo, una madre puede contagiar a su bebé si padece de una sífilis temprana sin tratar, la cual es responsable de un 25% de muertes fetales y del 14% de los fallecimientos de infantes neonatos.

La Hepatitis B tiene un período de incubación muy largo, pero una vez contagiado no tiene cura, aunque hay vacunas preventivas.

La provoca el virus VHB y afecta principalmente al hígado. Es un virus que puede permanecer un tiempo en la sangre, los fluidos vaginales y el semen y causa una infección de por vida, pudiendo llegar a provocar cirrosis (la cicatrización del hígado), cáncer de hígado, falla hepática y muerte.

La Gonorrea, también llamada gonococo, es producida por la bacteria Neisseria gonorrhoeae, puede contagiarse tanto en el acto sexual vaginal como en el anal y oral.

La manifestación de esta enfermedad en los hombres es picazón y secreción amarillenta del pene, no provocando síntomas en las mujeres.

Si una persona ya ha sido tratada de gonorrea, puede volver a contagiarse si mantiene relaciones sexuales con personas que padecen esta enfermedad; y si se propaga a la sangre es una afección que puede resultar mortal.

El Herpes genital es provocado por el virus del herpes simple tipo 1 (VHS-1) y 2 (VHS-2).
La mayoría de los infectados por este virus no presenta ningún síntoma o bien apenas tiene mínimas molestias.

Esta infección puede ser grave en mujeres embarazadas y mortales para su bebé y muy peligrosas para personas con las defensas bajas, pudiendo contribuir al contagio del VIH.

La Clamidias es otra infección producida en este caso por la bacteria Chlamydia trachomatis y puede transmitirse sólo por contacto de los genitales.

En los hombres presenta síntomas como dolor al orinar y secreción purulenta y en las mujeres no presenta síntomas relevantes pero puede llegar a complicarse y provocarle esterilidad antes que se de cuenta.

En los Estados Unidos es la enfermedad de transmisión sexual más frecuente y difundida, que afortunadamente se puede curar con antibióticos.

El sida es producido por el virus de inmunodeficiencia adquirida. Los portadores lo llevan en la sangre, los fluidos vaginales, el semen, la saliva y la leche materna, pero se contagia por el contacto sexual o por la sangre.

Por lo general, a los pocos días de producido el contagio la persona sufre malestares parecidos a los de una gripe común y luego pueden pasar muchos años antes de presentarse algún otro síntoma.

Esta enfermedad se suele manifestar por medio de infecciones oportunistas debido al deterioro del sistema inmunológico.

Actualmente, es una enfermedad que se controla con quimioterapia, habiéndose prolongado la expectativa de vida de los que la padecen.

Las mujeres embarazadas, si reciben el tratamiento adecuado, tienen altas probabilidades de no transmitir el virus a sus hijos.