El Valor de las Palabras




Las palabras tienen un valor más allá de su significado. Pueden expresar odio, resentimiento, miedo, rencor, envidia, orgullo, amor, alegría y cualquier otro tipo de sentimientos y provocar en los otros reacciones de afecto, malestar, bienestar, alegría, esperanza, dolor, pena, etc.

Hoy en día, no se mide lo que se habla y la gente emite palabras agresivas a diestra y siniestra sin motivo, gratuitamente, simplemente porque es la moda, sin tener en cuenta el efecto que pueden causar en los demás que no se merecen escuchar tantas obscenidades.

Los diálogos en las películas son puros insultos, exabruptos y groserías, mostrando con ese vocabulario que los protagonistas están en la onda que transita la mayoría actual y que no se han quedado atrás en el tiempo cuando la gente hablaba el idioma sin las muletillas de las malas palabras, que son infaltables en la jerga cotidiana.

¿Qué les estamos enseñando a nuestros hijos? Apenas un idioma ininteligible apto para gente que se comunica con gruñidos y vulgaridades, que apenas cuenta con vocabulario como para contestar con monosílabos, y que son incapaces de expresar sus ideas en un discurso de más de unas pocas frases mal hilvanadas.

Los chicos fracasan en el colegio porque apenas saben hablar y como consecuencia tampoco pueden aprender a leer y escribir, y menos estudiar un texto que no entienden.

Me pregunto si el hombre está evolucionando o si es al revés, porque al parecer se está dando una vuelta a la edad de piedra.

Los personajes famosos, que tienen acceso a los medios masivos de comunicación, aprovechan esa ventaja para participar de esta competencia sobre quién es el que dice más pavadas, despachándose con una seleccionada colección de obscenidades de moda, de lo más sucias y procaces, salidas del diccionario de la calle.

Estamos perdiendo nuestro idioma y sólo nos quedan en su lugar una sarta de vulgaridades que avergüenza escuchar.

Pronto nuestros descendientes no nos entenderán y tendremos que traducirles lo que les queremos decir a esa jerigonza que les complace usar.

Lo único que puede salvar a la humanidad es el conocimiento y la educación, sin embargo no se hace nada para fomentar el buen trato o para recuperar el valor de las palabras.

Las palabras pueden herir pero también pueden ayudar a recuperar la esperanza, a fomentar la comunicación, a expresar nuestras emociones, a acompañar en la soledad y a salvar del aislamiento.

Tratemos de recuperar nuestro idioma y aprendamos a hablar con propiedad, sin necesidad de insultarnos mutuamente, ni de usar palabras vulgares en lugar del término apropiado porque se desconoce.