Decálogo para Maestros




La escuela es el segundo hogar y el maestro puede ser la figura más significativa e influyente después de los padres y familiares.

Sólo aprende y se identifica selectivamente con las cualidades que admira de su maestro, el alumno que logra establecer con él un buen vínculo afectivo.

Aunque el hogar sea el primer referente de los valores de los hijos, la escuela es la oportunidad de complementarlos, dentro del marco que inspire al niño a lograr su normal desarrollo y evolución.

Existen algunas pautas que pueden guiar a un maestro de mente abierta, dispuesto a dar lo mejor de si mismo, a superarse y enfrentar de la mejor manera la importante responsabilidad de instruir a sus alumnos.

Enseñanza: El rol del maestro es enseñar los conocimientos que correspondan en forma objetiva y las técnicas de estudio más apropiadas para el abordaje de cada asignatura; incentivando a sus alumnos a relacionar conceptos y sacar sus propias conclusiones, sin tratar de influenciarlos con su perspectiva personal.

Integridad: Es necesario que un maestro demuestre tener integridad personal, observando una conducta desinteresada y recta y siendo constante en sus convicciones, para ayudar a sus alumnos a hacer lo mismo y a desarrollarse siendo ellos mismos.

Valores: Un maestro debe actuar de acuerdo a sus propios valores y ser coherente con ellos y respetar los valores familiares de sus alumnos, ayudándolos a comprometerse con lo que ellos mismos consideran correcto, dentro del marco de su cultura; y abstenerse de inculcar o proponer la ideología que él comparte.




Respeto: El maestro debe respetar a su alumno si desea que éste lo respete y enseñar a aceptar la forma de pensar de los demás, otras creencias, otras razas, discapacidades o defectos de las personas que no son como él pero que tienen la misma dignidad de ser humanos.

Justicia: Un maestro debe ser imparcial y no juzgar hechos o personajes históricos desde su propia perspectiva, ni adherirse a ideologías a favor o en contra, ni desmerecer ni congraciarse con las opiniones con fundamento que tengan sus alumnos, ni fomentar las polémicas estériles que dividen y enfrentan a los alumnos, por no compartir los mismos criterios.

Relaciones personales: la escuela es la oportunidad que tienen las generaciones de completar su socialización y aprender a comportarse de acuerdo a las normas de la sociedad en que viven. Es un ensayo para vivir en una comunidad, un aprendizaje que debe integrarse a los conocimientos académicos que no tienen validez si no tienen en cuenta la relación y el respeto por el prójimo y el medio ambiente.

Disciplina: La disciplina significa poner las reglas y hacer que se cumplan, sancionando a los que las transgredan y exigiendo mantener el orden necesario para poder ejercer la función de enseñar.


Autoridad: No quiere decir mandar ni ordenar, porque la autoridad es un rol que se debe ejercer con calma y firmeza, estableciendo las reglas y asumiendo el liderazgo, con coherencia, respeto y justicia.

Ética: Un maestro debe ser fiel a si mismo y ser capaz de respetar su propio código ético y el de la cultura a la que pertenece.

Aceptación y Cambio: El maestro debe propiciar el desarrollo personal y la capacitación de sus alumnos orientada hacia el trabajo, alentando la convivencia pacífica, el entendimiento mutuo, la tolerancia y la paciencia, para que sus alumnos sean personas que puedan establecer buenos vínculos, logren realizarse y participar en la sociedad en que viven, aceptando lo que no pueden cambiar y comprometiéndose a cambiar lo que esté a su alcance.

El maestro tiene en sus manos el hombre del futuro, de él depende en gran parte el éxito o el fracaso de este mundo.