"El secreto de la felicidad no es hacer siempre lo que se quiere sino querer siempre lo que se hace". León Tolstoi.
Hay momentos en que podemos sentirnos plenos y felices, como cuando hacemos lo que nos gusta y lo disfrutamos hasta el punto de perder la noción del tiempo; satisfachos de nosotros mismos, o cuando nos relacionamos con alguien con quien podemos hablar de intereses mutuos, que sabe escuchar, con quien podemos compartir emociones, pensamientos y afinidades y con quien nos sentimos cómodos, o cuando somos capaces de apreciar la belleza.
Podemos decir que en esos momentos somos plenamente felices, porque la plenitud de la felicidad es una sensación en la garganta que nos impide a veces hablar y que solo se puede sentir, como si quisiéramos salirnos de nosotros mismos porque no nos basta el cuerpo para experimentarla.
El hombre en conflicto está condicionado al sufrimiento y toda conquista material le genera culpa en lugar de hacerlo feliz. Puede sentir el placer efímero del éxito que no es duradero ni genuino porque siempre viene acompañado del temor a la pérdida.
Vivir en estado de plenitud exige un cambio de actitud, un abandono, un estado de entrega, una renuncia a la esclavitud de nosotros mismos, a las frases hechas, a lo conocido y trillado, porque son nuestras propias estructuras de pensamientos las que nos esclavizan.
El estado de plenitud y felicidad borra los esquemas rígidos, la ansiedad y el estrés.
La felicidad es un estado emocional, sin embargo se registra en el intelecto que se aclara y adquiere mayor lucidez y creatividad.
El intelecto está siempre distraído pensando en las cosas y no puede centrarse en si mismo, para ver lo que es real, y esta condición le impide florecer libre de condicionamientos.
Conocer lo real y cuales son las distracciones que nos apartan de nosotros mismos es imprescindible para sentirse plenos.
Saber quien es uno, permite no apartarse del camino y de la oportunidad de alcanzar la plenitud de ser el que uno es y lograr por fin tener relaciones verdaderas.
Los problemas que se presentan son las señales que nos indican que estamos perdiendo la ruta y representa la oportunidad para recuperarla.
Distinguir entre el placer aparente y la felicidad genuina y decidirse a no ir detrás de la mayoría, haciendo lo que los otros hacen, copiando modelos, sumándose al rebaño, es lo que nos llevará a experimentar la plenitud.
La competencia es falta de creatividad y solo baja nuestra autoestima y nos llena de angustia, porque no existe la competencia cuando algo es genuino.
Estar centrado en uno mismo permite crear vínculos verdaderos, establecer relaciones firmes basadas en el afecto y la comprensión y no en intereses.
La felicidad es un estado de ánimo que es posible cuando se es capaz de ser el que uno es y se confía en uno mismo.
Decidir ser felices y plenos es una forma de pensar, una filosofía de vida, un compromiso y la mejor manera de estar bien con los demás.
El mayor obstáculo para lograrlo somos nosotros mismos con nuestros pensamientos rígidos.
El cambio debe ser interno no externo para ser feliz, porque todo lo externo nos esclaviza y la verdadera felicidad viene de adentro.
El afuera nos puede dar placeres pero la felicidad no puede depender de otras personas ni de las cosas.
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