La Música




La música es el espacio del alma, penetra en nosotros, nos permite viajar en el tiempo, nos recuerda experiencias olvidadas, a personas queridas, lugares lejanos, nos toca el corazón permitiéndonos conectarnos con nuestras emociones.

La armonía musical equilibra el cuerpo y el espíritu, produce un cambio físico y en el estado de ánimo y ayuda a expresar sentimientos.

Es el canal de expresión que llega más hondo, que nos permite encontrarnos con nosotros mismos.

Tiene el poder de modificar nuestra percepción de la realidad, realza lo bello y amortigua lo doloroso.

La música es una experiencia transformadora llena de significados. No solo armoniza sino que tiene la capacidad totalizadora de integrar el cuerpo con la mente y el espíritu.

Un instrumento musical nos brinda la posibilidad de lograr distintas interpretaciones, permitiéndonos expresar nuestros estados de ánimo y nuestros más genuinos y profundos sentimientos.

Los instrumentos nos acompañan a transitar por el camino de la armonía a lugares desconocidos, nos estimulan a atrevernos a experimentar emociones y reviven nuestras experiencias compartidas.

La música tiene el poder de recuperar las ausencias, porque permanecen adheridas a cada nota y vuelven con cada sonido.

Cuando los sonidos musicales vibran al compás de las vibraciones del espíritu tenemos la oportunidad de conectarnos con lo trascendente.

La música nos complementa, hace la vida más fácil, más alegre y más placentera, nos mueve a ver las cosas de una manera diferente, a perdonar y a no ser impaciente, a liberarnos de la ansiedad y de los miedos inspirándonos a ser más auténticos; y cada composición es la imagen de su creador hecho música.

El dominio de la técnica permite combinar fielmente la pasión creativa del hombre con los sonidos y configurar su propio estilo.

La música es el lenguaje del alma, la oportunidad de expresar los sentimientos a un nivel más alto; es el solaz del afligido, el descanso del pensamiento y representa el impulso para iniciar el movimiento al ritmo de su compás.

Es un canal de comunicación que favorece la empatía, concilia diferencias, y crea el clima óptimo para el amor.

Hacer música es un motivo para el encuentro y borra los aparentes abismos del racismo, de las ideologías, de las creencias, las clases sociales y las economías.

Porque la música no tiene fronteras, su lenguaje es un símbolo universal y todos, sin distinción, pueden entender su significado y disfrutar de sus sonidos.

Tocar un instrumento y cantar al sonido de la música es terapéutico, porque permite expresar todo lo no dicho.