El Ahorro



El ahorro es un hábito que permite prever eventuales gastos imprevistos o reservar esa parte de ingresos para determinados objetivos.

Hoy en día se puede decir que es una costumbre en desuso, porque la mayoría hace lo contrario, o sea endeudarse comprando a crédito.

En toda sociedad, la inflación es uno de los motivos básicos para desalentar el ahorro e incentivar el consumo, porque el dinero se desvaloriza mientras que los bienes muebles o inmuebles conservan o incrementan su valor. Al mismo tiempo, cuando crece el consumo se produce más inflación, un círculo vicioso difícil del que resulta difícil salir.

Sin embargo, la economía familiar debe planificarse racionalmente sea cual sea la capacidad adquisitiva de cada uno, porque lo importante no es cuánto se gana sino más bien cómo se gasta, si se sabe comprar y si se manejan de una manera inteligente los ingresos.

Planificar significa tener objetivos claros de corto, mediano y largo plazo.

Cuando nos disponemos a realizar un gasto es necesario distinguir si se trata de algo que realmente se necesita, si es para la realización de un deseo o si se refiere a la satisfacción de un capricho.

Algo se considera necesario cuando no se puede postergar, como el hambre, en tanto que un deseo implica selectividad hacia un objeto que satisface una necesidad de una manera más onerosa, como por ejemplo el caviar; y un capricho sería exigir que el caviar sea ruso.

Lo que más recomiendan los expertos para la planificación familiar es hacer un presupuesto escrito que reflejará los ingresos y los egresos.

No todo el mundo puede hacerlo ya que hay muchas personas que no tienen ingresos fijos, pero sí se puede considerar como ingreso una suma promedio mensual para saber más o menos dónde uno está parado.

En una familia hay que contemplar las necesidades de todos y tratar de satisfacerlas en primer lugar, luego los deseos y por último, si es posible, los caprichos; siendo relevante tener sentido de las prioridades y no dejar de lado las necesidades para gastar en caprichos.

En el libro “Hombre rico, hombre pobre”, el autor, Marcelo Elbaum, señala que la fuente de la riqueza se relaciona con la forma de gastar el dinero de los ingresos, o sea cómo se gasta, en qué medida se ahorra y cómo se invierte lo ahorrado.

Lo óptimo es invertir los ahorros en bienes que no den gastos y que produzcan rentas o ganancias

Según este autor, es necesario delimitar en primer lugar la proporción que se destinará al ahorro en lugar de ahorrar lo que sobra, como hace la mayoría; ajustando los gastos de acuerdo a los fondos restantes.

Aconseja la creación de un fondo para imprevistos de alrededor de tres a seis meses de sueldo.

Elbaum sostiene que la técnica más efectiva para ahorrar es tener una cuota para pagar algún bien mueble o inmueble.

Otra forma de obligarse a tener dinero ahorrado es comprar a crédito y mantener el efectivo, aunque signifique un costo de financiación, para evitar descapitalizarse.

En una economía donde las modas desvalorizan los bienes en períodos de tiempo cada vez más cortos estimulando el consumo y restándole vida útil a los bienes que se adquieren, se hace difícil ahorrar sin quedar fuera de lo que hace la mayoría.

Sin transformarse en un dinosaurio, se puede trascender el condicionamiento social adoptando una postura clásica; porque pretender seguir los dictados de la moda y estar a la vanguardia, demuestra una conducta inmadura que puede desestabilizar cualquier presupuesto, perturbar las relaciones familiares y vivir lleno de deudas.

La economía es simple, no hay que gastar más de lo que se gana, y es aconsejable tener una reserva para no tener que humillarse y pedir prestado a aquellos que demuestran ser mejores administradores de sus ingresos.

Porque la realidad nos revela que siempre es el mismo el que pide y también el que presta.

Fuente: “Expofinanzas”, Adolfo Haga, Tucumán, 2/09/2010