Buzos Valientes



Los mineros chilenos nos dieron una lección de coraje, pero también los buzos de Brasil que trabajan en el sector petrolero son dignos de admirar por su trabajo.

Los buzos que se atreven a bucear en las profundidades ganan el equivalente de $77.000 por mes y trabajan sólo una tercera parte del año.

Para ganar tanto y trabajar tan poco tiempo tiene que ser una tarea ardua y peligrosa y efectivamente es así.

Tienen que permanecer 28 días en una cámara hiperbárica para aventurarse en el mar profundo como máximo cuatro meses al año, que es el plazo permitido por ley para esos trabajadores.

No son muchos los que se ofrecen para permanecer a trescientos metros debajo del agua para realizar reparaciones y tareas de mantenimiento de las plataformas petroleras y de gas de las grandes empresas.

Para los buzos realizar tareas de buceo es una diversión y aprovechan su tiempo libre para hacer caza submarina.

La cámara hiperbárica que se encuentra dentro de un navío de apoyo tendrá que albergar durante 28 días consecutivos a tres buzos que deberán compartir su vida en ese ámbito, para adaptarse a las condiciones de las profundidades.

Se trata del trabajo más aislado del planeta y también el más peligroso; que se puede comparar al que realizan los astronautas en el espacio, ya que salir de la cámara antes de tiempo necesario para la despresurización puede matarlos.

En esa cámara, de sólo 28 metros cúbicos, deben respirar una mezcla de gas helio y oxígeno para poder soportar la presión del fondo del mar al salir; y para poder bucear a una profundidad de trescientos metros tienen que respirar esa mezcla durante 24 horas antes de descender.

Sólo hay 150 buzos de aguas profundas que a partir de los 150 metros se deben desplazar en medio de la más absoluta oscuridad, y sólo pueden ver las luces de los cascos y del robot que los ilumina y filma mientras trabajan de tres a seis horas.

Cuando terminan deberán descansar doce horas y luego pueden continuar con otras tareas.

Dentro de la cámara se ha incorporado nueva tecnología y actualmente disponen de aparatos telefónicos, que les permite conectarse con sus familias todos los días, y a pesar de la distorsión de la voz que les produce el gas helio que las asemeja a un graznido de un pato, y dificulta la comprensión, no deja de ser una grata oportunidad para ellos.

Durante el confinamiento en la cámara tienen mucho tiempo libre; pero afortunadamente actualmente cuentan con canales cerrados y abiertos de televisión y muchas revistas para leer.

Por otro lado, cualquier emergencia familiar grave no se les puede transmitir directamente a los buzos sino al personal de apoyo.

Es cierto que también trabajar bajo tierra tiene sus graves riesgos y además es insalubre, no cuentan con aire limpio para respirar ni ven la luz del día, pero cuando terminan su horario de trabajo pueden salir a la superficie.

El trabajo de buzo es mucho más peligroso, tiene mayores exigencias físicas y además deben permanecer inactivos gran cantidad de tiempo encerrados para adaptarse a las profundidades.

Claro que todas esas dificultades se minimizan a la hora de cobrar los sueldos existe una diferencia abismal entre los salarios de los buzos y los de los mineros.

Fuente: Diario O Globo/GDA, Cassia Almeida.