Cómo fortalecer el pensamiento


La filosofía tiene como objetivo terminar con el sufrimiento y una forma de lograrlo es aprender a utilizar la fuerza del pensamiento.

El poder del pensamiento puede ayudarnos a nosotros mismos y también a todos los que nos rodean.

Este poder aumenta con la práctica, de la misma manera como se desarrollan los músculos con el ejercicio físico.

Por otra parte, las neuronas se multiplican cuando el cerebro se ejercita pensando. Estudios realizados en personas fallecidas demostraron que el cerebro de los pensadores son más grandes y más pesados que los cerebros de otras que no dedicaban su tiempo a pensar y además tiene un mayor número de circunvoluciones.

La práctica para fortalecer el pensamiento, es como el ejercicio físico, o sea que tiene que ser regular y metódica y una buena forma de hacerlo consiste en prestar atención a una buena lectura durante media hora todos los días, pensando dos veces en el contenido que se está leyendo.

Pero cosa muy distinta es la cavilación, que puede producir nerviosismo e irritabilidad. La cavilación es el proceso de repetir pensamientos sin ningún objetivo, detenido en un asunto penoso que no se puede resolver y que se reitera para tratar de encontrarle alguna solución satisfactoria, y obliga a permanecer en un estado de ansiedad y desasosiego, agotando el flujo regular de la energía.

Es un círculo vicioso, porque la irritabilidad produce cansancio y el cansancio produce irritabilidad.

Un pensamiento doloroso vuelve atraído por el temor mientras que un pensamiento de placer vuelve atraído por el amor.

Tal vez, una forma de liberarse de estas cavilaciones sea abrir otro canal totalmente opuesto.

La persona atormentada por una preocupación tiene que dedicarle unos minutos cada mañana al levantarse, a un pensamiento noble y alentador: como por ejemplo: Yo soy la paz, o Yo soy la fuerza, intentando sentir internamente la conexión con el Todo; y al hacer esto, día a día el cerebro comenzará a funcionar en forma diferente.

Otra forma es aprender a descansar en la ley universal de causa y efecto y centrarse en el pensamiento de que todo lo que ocurre es lo que tiene que suceder por justa causa y que ningún mal que no nos corresponda puede tocarnos.

Esta ley se cumple para liberarnos y para saldar las deudas que nos tienen aprisionados porque todo sufrimiento, cualquiera que sea, actúa para nuestra felicidad final.

Se puede aprender a adquirir mucha fuerza para pensar como para dejar de pensar a voluntad.

Dejar de pensar consiste en dejar reposar la mente, para que deje de gastar energía inútilmente; porque ese gasto inútil produce agotamiento y decadencia prematura.

Otro modo de dar reposo al pensamiento es cambiarlo por otros totalmente diferentes, que tal vez hasta pueden ser considerados banales.

El secreto de la paz de la mente es saber que formamos parte de una vida donde no existe el fracaso, que nuestra vida no es una unidad separada luchando sola contra otras unidades separadas, sino que todo es Uno y lo mismo y que nuestra desdicha es ignorarlo.

Fuente: "El poder del pensamiento", Annie Besant.