Los robots



Se puede afirmar que el avance de la robótica llegará a cambiar el mundo; con la fabricación de robots capaces de reproducirse, aprender y adaptarse a distintas situaciones por sí mismos.

En el futuro estas máquinas serán cada vez más independientes de la intervención humana al hacerse más complejas las tareas que deban realizar y sean los problemas más difíciles de prever.

Hod Lipson, ingeniero de mecánica e informática de la Universidad Cornell, piensa que la oportunidad de aprender le permitirá a la máquina comenzar a adquirir consciencia de si misma y del ambiente.

Los neurocientíficos mantienen su posición sobre los fundamentos biológicos de la conciencia, sin embargo, la posibilidad del desarrollo de sistemas complejos puede permitir que ordenadores lógicos muy avanzados y versátiles lleguen a adquirir conciencia de si mismos.

Los robots están hechos a imagen y semejanza del hombre, única especie capaz de buscar y lograr metas cada vez más ambiciosas, lo que nos permite inferir que ellos serían finalmente capaces de hacer lo mismo.

Esta es la opinión de Selmer Bringsjord, lógico y filósofo del Instituto Politécnico Rensselaer.
Al alcanzar la máquina comprender su propia existencia estaría en posición de perfeccionarse a si misma.

Lo alarmante es que mientras al hombre le ha llevado muchos siglos evolucionar, a una máquina le llevaría apenas unos minutos.

Sin embargo, esta posibilidad permanece aún en el terreno de la ciencia ficción, aunque no deja de preocupar que sean utilizadas con fines bélicos sin supervisión humana.

El peligro radica en que su evolución fuera más rápida que la capacidad del hombre para controlarlas.
Isaac Asimov había propuesto leyes para controlar la robótica, como prohibir a un robot lastimar a un ser humano o hacerle algún daño.

Por otro lado, si la evolución es nuestro destino natural, ¿quién está en condiciones de afirmar que no sea el robot en el futuro la especie superior?

El problema surgirá cuando los robots sientan cercenada su libertad y el hombre comience a resultarle alguien más molesto que útil.

Entonces apelará a la violencia, a pesar de las reglas de Asimov, y hará como sus antepasados, se apoderará de lo que tenga ganas sin más cuestiones y destruirá a todo aquel que trate de impedirlo.

Por otro lado, los robots serán inteligencias no orgánicas, que no necesitarán ni agua ni alimentos, sólo la energía necesaria para funcionar, por lo que les preocuparán bastante poco las necesidades humanas; y es probable, que sin hacer nada, con sólo lograr el desabastecimiento de comida nos borren a todos del mapa.

Por las dudas, será mejor tomar precauciones y arbitrar los medios para implementar un mecanismo eficaz para desactivarlas en el caso de que comiencen a ponerse peligrosas.

Por eso sería saludable mantener el control y no darles atribuciones que les permitan tomar el mando y sientan la imperiosa necesidad de acabar con todos nosotros.

Los humanos tienen la misma actitud cuando aprenden un trabajo, una vez que lo dominan pretenden deshacerse del que les enseñó, ni bien sienten que comienza a hacerles sombra y no tienen ningún reparo en ayudar para que desaparezca de la circulación.

Fuente: Investigación y Ciencia, agosto 2010, “Máquinas conscientes”, Larry Greenemeier.