Adictos a las cirugías estéticas


Paula aumentó 99 kilos en su último embarazo y posteriormente realizó una dieta que la volvió a la normalidad, sin embargo su abdomen reflejaba el estiramiento al que había sido sometido, y mostraba un antiestético colgajo. Claro que con una faja adecuada y con la elegante ropa de marca que habitualmente usa, nadie puede darse cuenta, salvo su esposo, a quien no le importa su colgajo y teme por la operación; pero ella no soporta verse así y decidió operarse para que le quiten toda esa piel que sobra.

Previamente, para evitar comer en exceso y volver a engordar, se había sometido a una operación de abdomen para reducir la capacidad de su estómago y sentir saciedad comiendo menos, de manera que ahora, apenas come algo ya se siente llena.

Este matrimonio tiene dos hijos chicos y viven en Los Ángeles, en Beverly Hills, el centro de la moda, los espectáculos, los restaurantes, el glamour, la sofisticación, la extravagancia, los artistas; y donde según la opinión de Paula, no se puede vivir sin lucir muy elegante, vistiendo modelos exclusivos de las cadenas más famosas, sin tener un auto último modelo, y sin asistir a los restaurantes más caros y a los estrenos de los más importantes espectáculos.

Los cirujanos que se dedican a realizar cirugías estéticas tienen los turnos ocupados para todo este año. Trabajan muchas horas por día para satisfacer las necesidades de muchas mujeres que desean verse espléndidas, jóvenes, sin una arruga, delgadas, fascinantes y que para lograrlo gastan verdaderas fortunas.

Amanda, por ejemplo, una jovencita preciosa, desea ver sus labios más gruesos y en pocos minutos queda completamente satisfecha luciendo una boca sensual y provocativa.

Los que viven de su físico tienen que pasar por el quirófano varias veces al año y soportar muchos días para recuperarse, pero todos estos trastornos se diluyen cuando un tiempo después se pueden mirar al espejo y verse tal como lo habían deseado, libre de sus propios rasgos y pareciéndose a todas.

El cirujano plástico se ha convertido en un gurú de las clases adineradas con el poder de no solo mantenerlos jóvenes sino de cambiarles las facciones y transformarlos en otras personas.

Algunas celebridades han logrado mantenerse juveniles aún después de los ochenta años, pero no todos tienen la misma suerte.

A veces los resultados los dejan verdaderamente maltrechos, porque depende de muchos factores, la clase de piel, si son alcohólicos, si han tomado mucho sol y si tienen la fortaleza suficiente como para soportar una operación cruenta a esa edad avanzada.

Creo que la belleza no viene de afuera sino de adentro; además no sólo somos un cuerpo, somos personas con una identidad, una personalidad, valores, afectos, una profesión y una vida.

Pienso que envejecer bien es no darse cuenta que uno ha cambiado al mirarse al espejo, o por lo menos estar conforme con lo que uno ve y no rechazarlo porque no se parece a alguien que uno admira, que por supuesto es diferente y seguramente también ha pasado por el quirófano muchas veces.

Aceptar el cuerpo que uno tiene es trascenderlo, porque la elegancia no tiene edad y se puede ser bella siempre; y hasta llamar la atención siendo una anciana, porque cada expresión de la cara refleja fielmente el ser único y distinto que se es y cómo ha sido su vida.

No todos tienen la suerte de vivir muchos años, pero si ese fuera nuestro caso, vivámoslos respetando a la naturaleza, cuidándonos pero no obsesionándonos con el bisturí, porque las agresiones que se le hacen al cuerpo en algún momento se pagan de muchas formas, no sólo con dinero.