Feriado largo


El año que viene tendremos 12 feriados largos en total,  contando los sábados y domingos serán 165 días no laborables para muchos,  o sea  casi la mitad del año.

Aunque parezca una exageración, también en  países de Europa y Estados Unidos  se acostumbra a extender los fines de semana cuando hay un día sandwich entre dos feriados; y en algunas festividades religiosas importantes suelen agregar un día más de asueto. En Italia, por ejemplo, se celebra Pascua el domingo y el lunes Pascueta.

Lo cierto es que parece que pronto tendremos la misma cantidad de días de trabajo como de descanso, sin embargo, a pesar de los feriados, la mayor parte de la gente está muy cansada.

Es que se viven días demasiados intensos, llenos de obligaciones, compromisos, diligencias, que dejan escaso margen para vivir y que no permiten relajarse para simplemente dejarse estar,  tranquila y sola.

Ahora, que todo está automatizado, tecnificado, computerizado y sistematizado, cada vez se hace más difícil hacer el trámite más sencillo y cada día estamos más y más ocupados. 

Si se trata de un trámite bancario, hay que tener la clave, llamar a un número poco confiable de diez dígitos y luego esperar que la máquina deje de pasarnos música y publicidad hasta el hartazgo para poder hacer una simple gestión, que por ser automática se torna engorrosa y lenta.

Sin embargo, tener más feriados largos difícilmente sirvan para descansar y disfrutar de no hacer nada, de pasear al sol, caminar y dejarse llevar, sin citas, horarios ni compromisos y alejarse de la complicada rutina diaria. Porque seguramente muchos planean visitar distintos destinos turísticos, ávidos de cambios y de emociones nuevas, para volver el lunes,  mucho más cansados que antes, pero felices.

Los viajes producen estrés pero no importa, es un gusto hacer las valijas, dejar la casa en orden, conseguir gente conocida y buena que no viaje a ningún lado y que se preste a regar nuestras plantas;  poner el auto a punto, vaciar la heladera;  decirle adios a todos, y tener la oportunidad de salir del caos ciudadano, para dejar de respirar anhídrido carbono y poder presentir desde ahora la brisa marina circulando por nuestros pulmones.

Aferrarse al volante y salir a la ruta repleta de autos, no deja de tener su encanto, aunque tengan que circular despacio por el tráfico.

Es un ritual que aunque le resulte doloroso a todo aquel que se atreva a conducir un vehículo sin aire acondicionado, no deja de resultarle fascinante, porque lo hace sentir distinto, un privilegiado que tiene la suerte de estar por fin en la ruta, siguiendo pacientemente la fila de toda esa abnegada gente que tiene sus mismas intenciones.

Feliz fin de semana largo.