El estigma social de la obesidad





Las personas obesas, además de comprometer su salud, sufren el rechazo social.

Es común que el exceso de peso afecte las relaciones personales, en el colegio o en el trabajo.

Los cambios en el estilo de vida en las sociedades modernas, con el uso del automóvil, los medios de transporte, el hábito de pasar largas horas frente al televisor, la falta de ejercicio físico y la preferencia por una dieta rica en carbohidratos, azúcares y grasas, producen un desequilibrio metabólico que da como resultado el sobrepeso.

Las personas con sobrepeso sufren discriminación en una sociedad con personas que aspiran a lucir una figura espigada y delgada como un junco, tal como aparecen las modelos en las revistas y en la televisión.

Esta imagen de la delgadez hace que una persona con sobrepeso pueda tener problemas para conseguir un trabajo, una pareja, amigos y hasta sea rechazado en los lugares públicos que tienen derecho de admisión.

La tendencia a la obesidad comienza en la infancia y se mantiene a lo largo de la vida, se trata de la epidemia que sufren las sociedades desarrolladas en el siglo XXI.

El problema grave es que cada día el porcentaje de personas obesas aumenta en el mundo y también los problemas de salud, como la diabetes, el colesterol alto, cardiopatías, hígado graso y otras enfermedades relacionadas con la obesidad.

La discriminación del obeso fue investigada mediante una serie de trabajos coordinados por Christian Crandall de la Universidad de Michigan en los años noventa.

Encontró un patrón de personalidad en las personas que discriminaban a quienes eran obesos: tenían una ideología conservadora, también discriminaban a la gente de color y de distintas culturas, estaban a favor de la pena de muerte y cuestionaban las relaciones homosexuales.

Acostumbraban a poner sobrenombres humillantes y despectivos, los insultaban, se burlaban de ellos y los ridiculizaban frente a sus amigos.

Los niños con sobrepeso más afectados por este trato tienen entre diez y catorce años, perjudicando el desarrollo de su personalidad y alterando su carácter.

Generalmente estos niños se aíslan y suelen ser reservados para evitar ser objeto de bromas muy crueles.

En el ámbito laboral, las personas obesas suelen ser catalogadas de haraganas, vagas y poco competentes, prejuicios que les suelen ocasionar severo estrés laboral y adoptar actitudes compensatorias para evitar ser criticadas como intentar realizar mejor que los demás su tarea o bien haciendo la tarea de otros.

En las entrevistas laborales la obesidad suele ser una condición que influye en la elección final, cuando tienen la misma formación y el mismo rendimiento en otros aspectos que los demás.

Los obesos se tienen que conformar con los puestos que no se encuentran a la vista de los clientes, porque lo que desean las empresas es identificarse con la imagen que reflejan sus empleados delgados.

Los obesos también tienen sueldos más bajos independientemente de su formación y de su rendimiento, un estudio longitudinal realizado en 2004, en Estados Unidos por Charles Baum y William Ford, de la Universidad de Tennesee, lo demuestra.

El rechazo y la incomprensión también alcanzan a la pareja, los hombres obesos se ven como menos masculinos y las mujeres obesas como menos femeninas.

Muchas veces la familia, en lugar de ayudarlos a superar su patología lo culpa por su estado.

Alrededor del 70% de la obesidad mórbida tiene una base hereditaria.

Tratándose de un problema que en la mayoría de los casos tiene solución, es necesario aprender a encarar este problema y buscarle solución en lugar de defenderse, ocultarse o acostumbrarse a las burlas y los insultos.

Fuente: “Mente y Cerebro”; No.51/2011;”La obesidad: una cuestión médica y psicosocial”; Alejandro Magallares, Miguel Ángel Rubio y José Francisco Morales.