Control Mental contra el Dolor



La actitud, las expectativas, la atención, la experiencia y el estado de ánimo, influyen en la forma de percibir el dolor; porque los factores psicológicos son determinantes y el dolor está estrechamente vinculado a esas funciones cerebrales.

Si un médico le afirma a su paciente que no sentirá dolor alguno durante una intervención, esta afirmación produce en sí misma un efecto analgésico, porque reduce el temor, aumenta la confianza e incrementa la esperanza de no sufrir.

El dolor favorece la superviviencia, porque nos avisa de un posible daño físico que lleva a cambiar la conducta y la toma de decisiones.

El estado anímico tiene un poderoso efecto en la intensidad del dolor y la administración de un placebo puede aliviar un dolor aunque no tenga ningún efecto farmacológico.

Las personas depresivas pueden experimentar con mayor intensidad el dolor debido a su estado de ánimo.

Factores emocionales y cognitivos, como pueden ser las expectativas de premios o castigos, el estrés y el miedo, pueden alterar la percepción del dolor en la vida cotidiana, pudiendo convertirlo en crónico.

Las investigaciones del funcionamiento del cerebro revelan que se pueden mejorar los tratamientos del dolor y disminuir el tiempo de recuperación de lesiones dolorosas.

Los médicos están confirmando científicamente que la mente domina la materia.

El concepto tradicional del dolor afirma que es un estímulo que activa las neuronas sensibles al dolor que se encuentran en la periferia corporal, las cuales transmiten dicha información mediante señales eléctricas que a su vez activan las zonas cerebrales que perciben la sensación del dolor.

Ya hace muchos años que los médicos aceptan que el estado mental influye también en la percepción del dolor y que conocen el poder analgésico del estrés traumático y de las píldoras inocuas que se administran como calmantes.

Las endorfinas, sustancia elaborada por el cerebro naturalmente, desempeñan una función importante en la transmisión de la señal supresora del dolor.

Las heridas recibidas en acciones bélicas durante la guerra, pueden doler menos que las mismas heridas provocadas por otros motivos, debido al significado psicológico que enaltece a quien ha participado en un combate.

El dolor que sufre una persona representa una síntesis de lo que le ocurre al organismo y las expectativas, según el aprendizaje proporcionado por las experiencias vividas.

La comida y el sexo, así como las expectativas de esos placeres, activan los circuitos cerebrales de recompensa, producen un efecto analgésico.

MALENA

Fuente: "Mente y Cerebro"; "La psique como calmante"; Howard L. Fields.