El Desconforme


Estar desconforme es la actitud que tienen hacia la vida las personas que no se adaptan; aquellas que intentan por todos los medios de cambiar todo pero menos a ellos mismos.

El conformismo no tiene buena prensa y es mala palabra para los intelectuales que se pasan la vida pensando cómo debería ser la vida mientras la realidad pasa a su lado sin que se den cuenta.

Lo cierto es que parecen ser más felices los que aceptan lo que no pueden cambiar y no se pasan la vida llenos de rencor y resentimiento.

Aceptar lo que no podemos cambiar significa poder seguir viviendo normalmente desde nuestras limitaciones y condiciones, como nuestro esquema corporal, los padres que tuvimos, la infancia que nos dieron, la situación económica de nuestra familia y la educación que recibimos.

Todos pueden trascender sus propias raíces, completar su educación, mejorar su esquema corporal y su economía; y ser capaces de amar y de ser felices aunque no hayan vivido en la abundancia, no hayan recibido todo el amor que necesitaban y sus vidas no hayan sido nunca un jardín de rosas.

Pero la realidad nos indica que el resentimiento y el rencor nos hace esclavos del pasado, mientras que el perdón nos libera.

La queja es el recurso que adoptan los que están esperando que cambie su suerte, que cambie el gobierno o que baje el dólar; se quejan porque no se sienten seguros, aún sabiendo que la seguridad absoluta no existe, se quejan por los robos, los asesinatos, por la pobreza de la gente o por la injusticia.

Pero la vida nos enseña que no es bueno estar siempre quejándose y pasarse la vida tratando de nadar contra de la corriente; que hay que tener la inteligencia necesaria como para darse cuenta que a veces, mucho mejor es dejarse llevar y aprovechar lo que puede brindar la providencia, que es la que nos guía para orientar nuestros esfuerzos.

Aunque en este mundo imperan las leyes de la lógica y hasta cierto punto se pueden predecir muchos acontecimientos, también existe el principio de incertidumbre, el suceso caótico e inesperado, la singularidad que parecía imposible; que nos lleva a pensar en que hay fuerzas en el universo que todavía no conocemos, que intervienen en nuestras vidas, casi siempre y en última instancia, para nuestro beneficio.

El desconforme consume toda su energía en cambiar la realidad existente por otra que considera ideal, una construcción mental que se parece a una utopía.

El caos existe pero siempre a la larga tiende al equilibrio permitiendo que se pueda alcanzar un nivel de perfección más alto.

Aceptar lo que no podemos cambiar es tener la posibilidad de seguir creciendo y de poder experimentar cosas nuevas sin empañarlas con viejos condicionamientos.

Para los seres humanos la realidad tiene un lado bueno y uno malo, y el empeño por ver un solo lado es el que hace la diferencia.

Malena