El Duelo Patológico



La pérdida de un ser querido debe ser aceptada por el deudo, para que pueda integrarla a su personalidad y lograr seguir adelante.

La aceptación de una pérdida no es fácil ni se produce en forma rápida, ya que el duelo normal es un proceso lento que dura como mínimo un año y que puede prolongarse hasta dos años.

Cuando un duelo dura más de dos años se convierte en un duelo patológico que puede tardar mucho tiempo en elaborarse y en algunos casos no alcanza la vida para hacerlo, pero también puede ser la raíz de una depresión grave.

Desde el punto de vista psicológico, resulta útil y saludable para los deudos ver a la persona fallecida y asistir a la ceremonia fúnebre y al entierro, porque estar presente en esa circunstancia los ayuda a tomar conciencia de su desaparición física y reconocer que es irremediable.

¿Por qué algunas personas no pueden enterrar psicológicamente a un muerto, como lo hace la mayoría?

Existen varios motivos, pero la causa principal es la culpa; es por esta razón que resulta indispensable, que antes de morir una persona significativa ligada a los afectos, se hayan hecho las paces, si es que existen temas pendientes sin resolver, viejas disputas o rencores, sentimientos negativos o alguna antigua cuestión que a otros les pueda parecer irrelevante.

El que ha sido ofendido alguna vez, sin haber recibido una disculpa, también se siente culpable por no haber perdonado la ofensa y esa culpa tampoco le permite elaborar su pérdida.

Las ceremonias funerarias tienen un sentido de liberación, para que los muertos puedan irse en paz y que nos perdonen; porque desde que la humanidad comenzó a enterrar y a honrar a los muertos, se sabe lo difícil que resulta vivir con una deuda emocional pendiente cuando la persona en cuestión ha fallecido.

Puede ocurrir que quien ha muerto haya necesitado muchos cuidados por estar enfermo; y el que tuvo a su cargo esa tarea puede haber acumulado una gran carga de hostilidad por ese padecimiento y sentir alivio si fallece, alivio que nunca estará exento de culpa totalmente.

A veces, se puede sentir culpa cuando la muerte fue debido a un accidente, cuando los que mueren son los otros y no uno, cuando hubieron discusiones previas o cambio de opiniones antes de la tragedia o cuando se hayan tenido con las personas fallecidas cotidianas diferencias.

El perdón nos libera y el rencor y el resentimiento nos esclavizan, por eso, no nos vayamos a dormir enojados con nadie, no dejemos pasar mucho tiempo para pedir perdón a todos los que queremos, cuando creemos que de alguna manera los hemos herido y también si alguna vez nos han ofendido.

Siempre estamos a tiempo para pedir perdón a un ser querido que ya ha muerto, reconciliándonos con el corazón y a través de los sueños.

Pero no solamente exige la elaboración de un duelo la desaparición física de un ser querido sino también en las muchas oportunidades que nos depara la vida de sufrir cualquier otra clase de pérdidas, como la juventud, la salud, un trabajo, la posición social, el prestigio, la integridad física, o un amor perdido. Porque todas estas pérdidas implican un cambio en la identidad y en el estilo de vida.

La elaboración normal de los duelos permite continuar creciendo y desarrollándose, tomando un camino alternativo, pero siempre hacia adelante.



Malena