Mi marido no se baña

Esta es una queja frecuente femenina cuando conviven con alguien que descuida su aspecto personal, luce siempre desprolijo y no se asea.

El hábito del baño diario es una costumbre que se aprende desde niño y que está arraigada principalmente en América, porque en Europa y en países del Este, es diferente; ya que no todo el mundo dispone de agua necesaria para bañarse y a veces ni siquiera para tomar.

Hay lugares donde la gente aprovecha el agua de lluvia para bañarse y en el desierto, los beduinos, que son nómades, utilizan arena para lavarse y limpiar sus enseres domésticos. Recién cuando llegan a un oasis se pueden dar ese lujo, que no es algo que ocurre en forma frecuente. Con el calor abrasador del sol y las largas caminatas, no quiero imaginar lo que puede ser tener una relación sexual, sin agua ni desodorante, para los que vivimos en Occidente, que estamos condicionados a responder sexualmente, más a los perfumes artificiales que a los olores naturales del cuerpo.

La higiene diaria es muy importante porque contribuye a defenderse de las bacterias y ayuda a mantener la salud de la población; pero también existen atendibles argumentos que no recomiendan bañarse diariamente, como el que nos recuerda que el agua es un recurso no renovable y que para estar aseado basta con lavarse bien lo necesario.

Las mujeres suelen ser más limpias que los hombres, seguramente porque por alguna razón han aprendido a sentirse más atraídas por el perfume y el jabón que por los olores del cuerpo; que en cambio, suelen atraer a los varones.

Muchas mujeres no saben que estos olores, que aprenden a rechazar, son afrodisíacos; y que es la cultura la que les ha hecho perder los instintos y las señales necesarias que favorecen la atracción sexual.

El hábito de la limpieza en una mujer, es algo difícil de cambiar, por no decir imposible, porque vive y se desarrolla en una cultura que la condiciona.

En el hombre esta cuestión es diferente, por eso es más común que hombres de mediana edad se vuelvan desaliñados e indolentes, que pierdan interés en su aspecto y el respeto por los demás.

Hay muchos hombres en completo estado de abandono que duermen en la calle porque un día, por alguna razón, decidieron abandonar todo.

Esta actitud puede estar expresando un desequilibrio mental, depresión, abuso de alcohol, aburrimiento de las exigencias del sistema social, de sus relaciones y de su trabajo, y al mismo tiempo falta de energía para cambiar.

Para un adolescente, la ducha diaria puede no estar dentro de sus prioridades, casi lo mismo le puede parecer vestirse de manera formal, ya que a esa edad necesita parecerse a sus pares, que se caracterizan por su informalidad hasta que, en el mejor de los casos, algún día se atrevan a ser diferentes.

Pero algunos nunca logran madurar, porque descubren la comodidad que representa vestirse siempre igual sin lavar ni cambiar siquiera su ropa interior.

A las chicas les copan los chicos de onda, esos que parecen vagabundos, de pelo largo enmarañado y varios tatuajes en los brazos; mucho más que los pocos que existen que se han atrevido a usar alguna vez traje y corbata.

Todo eso les agrada a las chicas, hasta que comienzan a vivir juntos; después, ya no los soportan.

Algunas se convierten en sus madres y para no hacer papelones cuando salen les dicen lo que se tienen que poner, les lavan la ropa y les planchan las camisas, en un desesperado intento de que cambien, seguramente no saben que no se puede cambiar a otro que es diferente, y menos si está cómodo y no está dispuesto a cambiar.

Lo único que puede hacer una mujer en esta situación, es cambiar su actitud hacia él, en forma drástica: no salir más con él a ningún lado si se empeña en no adecuarse a las circunstancias, ni permitirle nunca más un acercamiento si no se baña.

Muchos hombres son hijos del rigor, pero no aceptan órdenes, necesitan que se les prive de lo que desean para ubicarse y respetar a una mujer como ella desea y se merece.

Esta actitud exige firmeza y determinación, o sea estar dispuesta a jugarse sin temor, porque vivir al lado de un vagabundo no es mejor.

Pero también hay que investigar si no hay además algún otro motivo, además de la falta de higiene del hombre, que hace que la mujer lo rechace.

Malena