El secreto de la longevidad



Los proyectos prolongan la vida, porque el secreto de la longevidad es tener un para qué vivir aunque el cuerpo se empeñe en pasar la factura por el desgaste.

Claro que tener proyectos, por ejemplo, a los noventa años, exige una mente lúcida y equilibrada que suele ser la condición de quienes a pesar de la edad siguen teniendo un propósito para existir.

En esta época más que nunca, no son pocos quienes a esa edad conservan la alegría, minimizan sus achaques de su edad, y son capaces de aventurarse a emprender iniciativas que pueden exceder las expectativas de vida más optimistas y llegar a cumplirlas, ganándole la carrera al tiempo.

El espíritu de una persona es todo y el cuerpo lo sigue sin oponer resistencia, como quien está cansado pero igual decide seguir a alguien más fuerte que él, contagiado por su entusiasmo.

El espíritu es el que mantiene la mente alerta y el cuerpo saludable y el que impulsa a seguir creyendo en la vida y a seguir viviendo con optimismo decididos a cumplir nuevos proyecto y a disfrutar de todo lo que ofrece la vida, estando dispuestos a aprender hasta el último día.

Goethe, ( ), poeta, novelista y dramaturgo alemán, al final de su vida y a pesar de estar enfermo, trabajó incansablemente en la segunda parte de su obra cumbre “Doctor Fausto”, porque creía que su trabajo estaba incompleto. Una vez que terminó su obra, dos meses después falleció.

Goethe no solamente duró sino que vivió intensamente cada minuto de su vida porque tenía un para qué vivir.

Edward Bach,(1886-1936) médico fundador del sistema terapéutico basado en la propiedad que tienen las flores de restablecer el equilibrio de los estados emocionales; en un momento de su vida se enfermó gravemente de una enfermedad incurable.

Cansado de padecer los métodos cruentos de la medicina tradicional, tomó la drástica decisión de abandonar todo y de cambiar su vida y se radicó en Gales con el propósito de dedicarse exclusivamente a investigar el método terapéutico en el cual él creía ciegamente, natural y libre de contra indicaciones.

Cuando terminó su trabajo sintió que su misión en el mundo había concluido y pocos días después falleció mientras dormía.

Viktor Frankl, médico y filósofo alemán, que vivió los horrores del holocausto judío, en el que perdió a toda su familia, vivió hasta los 95 años una larga vida plena de sentido. Estaba convencido de que la edad no es lo importante, porque lo fundamental es tener conciencia de estar cumpliendo la misión que cada uno tiene en la vida, que es lo que le da sentido a la existencia.

La pregunta es: ¿qué tiene cada uno para dar en esta vida y qué ha hecho hasta ahora?

Acaso puede que muchos sientan que se han salteado etapas, porque no las han vivido, que se han perdido oportunidades de hacer algo que podían haber hecho y en su momento no lo hicieron. Eso no importa, porque, lo importante es el hecho de que todavía están a tiempo, porque la vida siempre espera a que se cumplan los proyectos.

Malena