Dónde está Pechito


Ayer ya no estaba la singular figura de Pechito, el hombre con dos perros que vive en la calle, en la esquina de Scalabrini Ortiz y Santa Fé de la ciudad de Buenos Aires, desde hace doce años, quien despierta la curiosidad de los muchos transeúntes que pasan diariamente por esa arteria.

Los turistas le sacan fotos porque no es usual que alguien así, tenga dos perros, uno de raza, y además un televisor que funciona a los pies de su precaria cama; y también hay gente que periódicamente lo visita para llevarle comida o lo que necesite.

Su presencia se hizo popular entre los vecinos que en su mayoría lo ayudan, por eso, cuando desapareció, muchos se solidarizaron y desde el último domingo fueron dejando papeles escritos para saber sobre su paradero.

Me enteré que sufre de los bronquios y que el domingo último lo internaron porque no estaba bien y que actualmente se encuentra en el Hospital Rivadavia recibiendo tratamiento médico. Obviamente, debe haber sufrido alguna descompensación debido a las bajas temperaturas.

Es raro que en esta época, en que todos andan apurados y llenos de trabajo, sin tiempo para pensar en otros, expresen su sensibilidad frente a esta situación de desamparo y hasta preocupación por su destino actual desconocido.

No todo está perdido, porque aún hay gente que tiene tiempo y la intención de ayudar en lo que pueda a alguien que casi no conoce cuando expone su vulnerabilidad diariamente frente a ella.

Las personas sin hogar que terminan viviendo en la calle, generalmente son enfermas mentales, sufren depresión, esquizofrenia u otras patologías que no le permiten adaptarse. La mayoría ha huido de su casa, otros se han quedado solos y son incapaces de bastarse a sí mismos.

Antiguamente existían instituciones para enfermos mentales que funcionaban más como depósito de personas que como lugares de recuperación; pero desde que existen las drogas antipsicóticas, esos lugares reciben a los que padecen alguna crisis aguda y se tornan peligrosos para la familia, sólo por algunos días, donde esos pacientes son medicados y sometidos al tratamiento adecuado, para ser enviado de vuelta a casa luego de superar el episodio.

Pero no todos tienen un entorno familiar que los pueda contener, de modo que la mayoría no toma la medicación y termina abandonando su casa.

Este no es solamente un problema local sino que es un fenómeno que ocurre en todo el mundo. Gente que por una razón u otra deciden vivir fuera del sistema.

Así, en la jungla de asfalto, se sienten mejor viviendo peor que los animales que incluidos en la carrera en que están todos, tratando de aventajarse unos a otros en una civilización que se enorgullece por sus adelantos científicos y tecnológicos.

Estas contradicciones son posibles porque se ha llegado a considerar al hombre un engranaje más del complejo mecanismo de una sociedad que le ha hecho perder a muchos la dignidad humana y que no ha avanzado como todos pretenden suponer, sino que se ha transformado en una complicada estructura mecánica donde no hay lugar para todos.

Malena