Intolerancia digestiva


La vida moderna genera estrés y el estrés produce trastornos de salud que a veces se hacen crónicos y que son difíciles de tratar.

En el caso de problemas digestivos recurrentes, además del estrés contribuyen a desarrollar estos trastornos, otros factores que alteran la calidad de vida que se relacionan con la alimentación.

Cuando los tratamientos médicos y las dietas fracasan y continúan los malestares como la inflamación, el dolor de cabeza o el sobrepeso, el problema puede estar en los alimentos que consumimos.

Muchas personas tienen intolerancia a algunos alimentos y no lo saben, porque se trata de cosas que aparentemente son sanas e inofensivas, o de algún elemento químico agregado apto para su distribución o mantenimiento, apto para el consumo pero que puede generar problemas digestivos.

La intolerancia a los agentes que se ingieren a través de la alimentación y los mismos alimentos se transforma en un proceso crónico a diferencia de las alergias que se manifiestan como reacciones agudas e inmediatas que cesan con la interrupción de la ingesta que la ocasiona.

Algunos de los síntomas que provoca la intolerancia a ciertos alimentos, colorantes y aditivos industriales de uso habitual en la industria alimenticia pueden ser: dermatitis, ansiedad, artritis, asma, dolores de cabeza, migraña, dolores musculares, depresión, diabetes, obesidad, fatiga crónica, enfermedades intestinales inflamatorias, rinitis, trastornos respiratorios, colon irritable, fibromialgia, hipotiroidismo, alopecia, y hasta trastornos de atención en los chicos, como el autismo.

Algunos cambios en la conducta pueden evitar las intolerancias digestivas como por ejemplo: comer despacio masticando lo suficiente como para lograr que la saliva, que es la que participa en la primera etapa del proceso digestivo, se incorpore a todo el alimento antes de tragarlo; comer alimentos variados, hacer una dieta saludable, comer tranquilo y sin apuro, y no ingerir verduras crudas de noche.

Algunos laboratorios realizan procedimientos para detectar intolerancia a alimentos, aditivos y colorantes que se usan con frecuencia en la industria de la alimentación que son de fácil realización.

Con sólo una extracción de sangre y una entrevista previa en la que se completa un cuestionario sobre los hábitos alimenticios, se logra reproducir en el laboratorio el proceso de la digestión de alimentos y químicos y de esa manera se puede testear en qué forma responde el sistema inmunológico del paciente, y diseñar un plan de alimentación personalizado.

Casi todas las personas tienen alguna intolerancia alimenticia o a la influencia de químicos, como los conservantes, saborizantes e incluso los antibióticos o antiinflamatorios, que puede ser provocada por el entorno o que puede ser genética.

Hay algunos alimentos o ingredientes alimenticios que pueden generar toxinas, como por ejemplo la caseína (proteína de la leche), el gluten (avena, centeno, trigo y cebada), las levaduras y los azúcares; y producir enfermedades.

Los expertos recomiendan eliminar los alimentos que pueden resultarles sospechosos durante seis meses y luego volver a incorporarlos de a poco a la dieta habitual.


Malena