El Pensamiento Crítico


El pensamiento crítico es la capacidad de reflexionar antes de actuar, antes de hablar o antes de tomar una decisión; para luego de rever la situación, poder llegar a una conclusión y actuar, hablar o decir lo que la propia convicción indica sin dejarse influenciar por lo que piensan los demás.

Para poder ejercer el juicio crítico es necesario comprometerse con una postura personal, coherente con los propios valores.

El pensamiento crítico es racional, analiza y evalúa las alternativas y permite resolver de la mejor manera los problemas; y si no los puede resolver, nos ayuda a aprender a vivir con los problemas.

Hoy en día, la realidad nos ofrece múltiples alternativas de acción, por lo que nuestra capacidad de pensamiento crítico puede verse influenciado por el juicio de los demás, por la publicidad, por la conveniencia, por la apariencia o por dinero. Pero si actuamos con serenidad, aceptando otras perspectivas con la suficiente apertura mental, cada desafío puede ser una oportunidad de crecimiento.

Para poder confiar en nuestro pensamiento crítico tenemos que despojarnos de todos nuestros prejuicios y creencias irracionales y evaluar cada situación como si fuera nueva y única, evitando conductas automáticas y apresuradas, teniendo en cuenta los propios valores y contando con la información adecuada, la propia experiencia y la de los demás.

El pensamiento crítico nos permite la oportunidad de ser nosotros mismos y desplegar nuestra unicidad sin dejarnos vencer por las opiniones adversas.

Todos tenemos prejuicios y creencias irracionales, pero si tomamos conciencia de ellos podremos ejercer nuestro juicio crítico con mayor convencimiento y confianza.

Todo lo que ocurre se puede evaluar de distinta forma y cada uno tiene su propia perspectiva. El pensamiento crítico exige ampliar la perspectiva para encontrar nuevas soluciones para los nuevos problemas.

Existen fenómenos de grupo que los expertos en Psicología Social conocen, en cuanto a la influencia que puede tener el grupo en la toma de decisión de un individuo; incluso está comprobado que aunque la solución de un problema que impone la mayoría sea irracional, individualmente las personas pueden dejarse llevar por la presión del grupo y cambiar su forma pensar.

Este fenómeno es utilizado como una herramienta de manipulación en distintas áreas de la sociedad, ya sea en los negocios, las ventas, la política o la publicidad.

La familia también es un grupo, es el grupo primario y también puede influenciar con sus prejuicios y sus creencias a sus descendientes.

La presión familiar es emocional y por lo tanto más difícil de vencer, por lo que muchos no pueden contradecir esos mandatos por temor a ser rechazado y no querido y postergan su derecho a tomar decisiones propias.

La rebelión frente a los valores de los padres se produce en la adolescencia, etapa del desarrollo en que se produce la búsqueda de la identidad y del sí mismo, pero no muchos lo logran, algunos tienen su crisis de identidad a los cuarenta; son los que abandonan a sus esposas e hijos y se enamoran de chicas veinte años menor; o aquellos que se comportan como adolescentes o se visten como ellos siendo ya maduros.

No cualquiera se da el lujo de tener una crisis de identidad y hacer valer su derecho a pensar por sí mismo y elegir una forma de ver el mundo coherente con sus propios valores.

Esto no significa hacer o pensar todo lo contrario de lo que hace o piensa la familia, sino tener la oportunidad de poner a prueba la perspectiva de sus mayores, evaluando y analizando racionalmente ese punto de vista y elegir lo que considere mejor para el propio crecimiento y desarrollo en su propia época.

Se trata de no quedarse en el negativismo de pensar que todo está mal, ya que gracias a las generaciones anteriores existimos, sino de aceptar los valores permanentes, que son los que no cambian y rever los relativos a las circunstancias presentes.

No olvidar que para ejercer el juicio crítico es indispensable disponer de la información adecuada sobre el tema, ya que no se puede emitir una opinión de algo que uno no sabe; y de haber aprendido de las experiencias propias y ajenas.

Malena