Crímenes pasionales



Todos los días la crónica policial nos revela los crímenes más atroces cometidos contra víctimas indefensas, niños, ancianos y hasta contra familiares directos.

Según la información oficial, más de la mitad de los asesinatos que se cometen son con armas de fuego.

Tener un arma de fuego en el hogar no significa precisamente saberla manejar; y muchas veces, la falsa ilusión de poder controlar una situación límite produce una tragedia en la propia familia.

Somos seres racionales, pero aún en una etapa evolutiva que conserva mucho de la irracionalidad animal y es esa irracionalidad que desencadena los dramas más violentos, aún en situaciones que vistas desde una perspectiva más amplia, no los justifican.

Recién cuando la humanidad pueda controlar sus pasiones y pueda resolver sus problemas y conflictos teniendo en cuenta a los otros como otros, con derecho a pensar y sentir diferente; y se pueda manejar con tolerancia y respeto, se podrá decir con absoluta certeza que ha alcanzado la dignidad humana. 

Mientras tanto seguiremos siendo testigos de lamentables tragedias que se podrían haber evitado.

Por lo pronto, si se pudiera evitar la tenencia de armas, muchos de los  crímenes que se cometen no se producirían y si se instruyera a los chicos sobre la mejor manera de convivir y de relacionarse como futuros ciudadanos, podríamos llegar a ser todos mucho más felices.

Pero en la educación, se prioriza el hacer más que el ser, sin advertir que previo al hacer está el ser.

Los neurocientíficos saben que la región cerebral responsable de las conductas agresivas es la amígdala.  Una lesión producida por problemas congénitos o heredados puede producir epilepsia pero también una conducta epileptoide que no llega a producir convulsiones pero sí comportamientos imprevisibles y violentos.

El consumo de alcohol produce modificaciones genéticas en la herencia, que se manifiestan como retrasos mentales, hiperactividad, dificultades de aprendizaje y otras disfunciones cerebrales diversas.

Es muy común que un alcohólico crea que necesita alcohol para relacionarse sexualmente, de modo que no es raro que conciba un hijo generalmente alcoholizado, elevando las posibilidades de tener una descendencia con trastornos cerebrales.

La pobreza, la tendencia genética, la identificación con padres violentos, la falta de valores y la ambición de tener lo que tienen los demás, lleva a los humanos a comportarse irracionalmente y a cometer asesinatos que ni siquiera se justifican.

La continua repetición de estos hechos y la falta de respeto por la vida humana, hace que las personas se acostumbren a vivir a la defensiva y pretendan hacer justicia por su propia mano.

En una sociedad donde la justicia no funciona, donde se puede manipular el veredicto de los jueces, donde las instituciones no se respetan y donde los que la representan no sólo dan malos ejemplos sino que también permanecen impunes; es difícil identificarse con los valores de la honradez el honor y el respeto por el otro.

La clase dirigente expresa las cualidades y las falencias que distinguen a nuestra sociedad, individuos inteligentes con escasa capacidad para trabajar en equipo porque aprendieron a considerar a los que piensan diferente como sus enemigos.

La racionalidad impone el respeto por las reglas de juego que todos deben cumplir tanto en las buenas como en las malas, aceptando lo inevitable, evitando las reacciones violentas frente a la frustración y aprendiendo a convivir pacíficamente siendo tolerante con los demás y centrándose en el propio crecimiento y desarrollo como persona.

Es necesario darse cuenta que no podemos involucrarnos afectivamente con personas que hacen que perdamos la identidad y nos alienemos en ellas.

Mantener el control emocional es tomar conciencia de qué es lo que podemos o no podemos controlar y actuar en consecuencia, teniendo el valor de alejarnos de quienes tienen el poder de manipularnos y favoreciendo las relaciones que hagan posible un sentimiento auténtico que se manifieste amorosamente y con respeto mutuo.

La pasión no es amor, la pasión es una emoción egoísta que persigue sólo el placer, mientras el amor es la capacidad de tener compasión, un sentimiento que trasciende el cuerpo y adquiere una dimensión espiritual.

Malena