El
cáncer es una enfermedad que ha dejado de ser tabú y sinónimo de muerte a corto
plazo, para pasar a ser una enfermedad transitoria de buen pronóstico cuando se
detecta a tiempo, una enfermedad crónica cuando está más avanzada para la cual
existen tratamientos farmacológicos muy eficaces; o una patología letal para un
porcentaje cada vez menor de gente.
Más
devastadores que la misma enfermedad son el miedo a ella y la reacción de los
familiares que suele ser peor que la del mismo enfermo.
Hace
unos años tuve oportunidad de trabajar como Psicóloga concurrente en la sala de
Oncología del Hospital Rivadavia de la Ciudad de Buenos Aires. Esa experiencia me sirvió para conocer cómo
en general viven estos pacientes su enfermedad, ya que aunque cada uno reacciona
en forma diferente casi todos tenían ciertas características de personalidad
comunes.
El
cáncer es una enfermedad que se caracteriza por un desarrollo ilimitado de las
células que dejan de respetar la información genética para realizar sus
funciones normalmente para reproducirse indefinidamente y pretender la inmortalidad, invadiendo así al cuerpo y produciendo la
muerte de los órganos; o sea que las células, por alguna razón están haciendo
más de lo que pueden.
Muchas
de las personas que entrevisté que padecían cáncer tenían una personalidad
omnipotente, con características dominantes con tendencia a asumir más
responsabilidades de las que le correspondían.
Otras
de las características que pude observar es que la mayoría había pasado por una
situación traumática, una gran frustración, una pérdida afectiva grave, un
cambio drástico en su estilo de vida o un quebranto económico antes de
enfermarse que no pudieron aceptar.
Pero
esta condición no es privativa del cáncer, porque en otros casos, después de un
gran trauma también se pueden desarrollar otras afecciones, como diabetes, enfermedades
coronarias, asma, etc., ya que está comprobado que la depresión que producen
los problemas emocionales disminuyen las defensas y cada uno expresa los sentimientos con su cuerpo con la patología que puede.
Ninguno
de los enfermos de cáncer que entrevisté manifestó sentirse deprimido o
atemorizado por su enfermedad, al contrario, me dio la sensación de que
parecían sentirse en paz con ellos mismos y tranquilos, como si la enfermedad
fuera la posibilidad de redimir culpas; ya que también se podían detectar en su
discurso, indicios de baja autoestima, sentimientos de inferioridad y desprecio por
ellos mismos.
Por
esta razón pude inferir que a la luz de la experiencia, no es el cáncer lo que
produce depresión sino que es la depresión , el sentimiento de culpa y el
resentimiento por alguna herida narcisista lo que puede hacer que un organismo
pierda el natural funcionamiento de su sistema inmunitario y olvide las órdenes
de la información genética que son las que mantienen la salud perfecta.
Hace
25 años yo tuve cáncer, una peca en la espalda que tenía hacía muchos años
resultó ser un melanoma extensivo superficial.
Cuando
recibí la noticia pensé que mis días estaban contados porque sabía que este
tipo de cáncer es muy agresivo y puede producir metástasis.
Sin
embargo me di cuenta que en ese momento que no me dolía nada y que estaba
perfectamente bien, de modo que decidí seguir haciendo todo igual, viviendo y
trabajando como siempre, obviamente con el agregado de una cirugía, que fue
ambulatoria y posteriormente continuar con los chequeos durante cinco años.
Me
entregué a lo que fuera pero lo que deseé con todas mis fuerzas fue NO TENER MIEDO, porque para mí, vivir con
miedo era peor que la enfermedad misma.
Afortunadamente
me curé y pude confirmar en carne propia que uno se puede curar de un cáncer.
Deepak
Chopra dice que es más fácil curarse un cáncer que cambiar, pero yo también cambié
muchas cosas de mi, para mejor, porque la enfermedad me enriqueció y me ayudó a aprender más
que cualquier otra experiencia en mi vida.
Malena
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