El cerebro y el amor maternal


La maternidad modifica la forma de pensar y de actuar de una madre, porque tanto el embarazo como el parto cambian su cerebro y su mente.

En la relación entre padres e hijos tiene tanta importancia los desafíos que tienen que enfrentar para criarlo que al parecer los obliga a reprogramar sus cerebros, cambios que también recibe el bebé.

Estudios realizados con animales demuestran que el cerebro mejora con la maternidad de muchas formas, preparándola para enfrentar mejor las amenazas, aumentando su audacia en cuanto a todo lo que se refiere a preservarlo de los peligros, aportarle bienestar y todo lo que necesita para su mantenimiento.

El cerebro de una madre reciente muestra cambios en la estructura que se relaciona con la maternidad, observéndose un aumento de materia gris en el área que se vincula con el cuidado infantil.

Elizabeth Meyer, neurocientífica, investigadora posdoctoral en el departamento de psicología y el Centro de Neurociencia de la universidad de Richmond, está a punto de tener su segundo hijo y a la vez estudia los cambios que se producen en el cerebro de una madre.

Aunque Elizabeth sufre de algunos trastornos digestivos, éstas y otras molestias propias del embarazo se compensan con creces con las modificaciones positivas que se producen en el encéfalo.

El embarazo incrementa el caudal cognitivo, aumenta la resistencia al estrés y agudiza ciertas formas de memoria.

El sistema nervioso crea neuronas y nuevas estructuras cerebrales; y potentes hormonas contribuyen para transformar a una persona que sólo pensaba en sí misma, en alguien que se complace en centrar toda su atención en su bebé.

El comportamiento espontáneo del bebé es el estímulo que la madre necesita para que su cerebro se transforme.

La capacidad increíble de una madre para ocuparse de varias cosas al mismo tiempo podría ser el resultado de la transformación de su cerebro en los embarazos.

Los cambios estructurales en el cerebro de las madres humanas fueron corroborados por resonancia magnética, estudio que mostró que la materia gris de sus cerebros se incrementa durante las primeras semanas y los primeros meses después del parto.

El incremento de la materia gris, que es el tejido compuesto de neuronas cerebrales, se observó principalmente en el mesencéfalo, en los lóbulos parietales y en la corteza prefrontal, áreas del cerebro relacionadas con el cuidado infantil.

Las madres con mayor aumento de materia gris mostraron tener una mejor disposición hacia sus bebés.

Los avances de la neurociencia parecen insignificantes si se comparan con el extraordinario vínculo que existe entre una madre y su hijo, que es algo que no se puede explicar científicamente pero que emocionalmente, es la experiencia milagrosa de sentir entre los brazos a un nuevo ser.

Malena
Fuente: Craig Howard Kinsley, que ocupa la cátedra MacEldin Trawick de psicología de la Universidad de Richmon; y Elizabeth Meyer, neurocientífica del departamento de psicología y el Centro de Neurociencia de la misma universidad.