Depresión por pérdida de pareja tóxica


Perder una pareja tóxica debería ser una bendición, sin embargo, personas que han idealizado esa relación, tienen baja autoestima y se acostumbran al maltrato justificando toda agresión, suelen caer en una depresión.

Una depresión no surge espontáneamente de una situación en particular aunque sea grave, dado que estamos diseñados para resistir no sólo las circunstancias más adversas sino también situaciones límites muy difíciles de superar; por lo general un estado depresivo se desarrolla en personas que ya tienen un carácter con esa tendencia.

La pérdida de una pareja tóxica es algo positivo para una persona, no obstante, puede ser interpretada por ésta como una circunstancia negativa, hacerla sentir culpable de la situación y hacerle creer que no merece la oportunidad de ser feliz con otra relación.

Un estado depresivo baja las defensas y expone a que el organismo se enferme, porque altera el apetito y el sueño, se pierden las ganas de vivir, el metabolismo se hace más lento y se producen trastornos funcionales de los órganos que posteriormente pueden perder definitivamente su capacidad operativa.

Sin apoyo profesional, la persona se aísla, pierde el contacto con todo interés externo, se torna apática, desatenta y desmemoriada, desatiende su cuidado personal y su trabajo y puede terminar en completo estado de abandono.

La depresión es el mal de esta época que sufren millones de personas en todo el mundo independientemente de la situación socio- económica que estén atravesando.

La gente no puede adaptarse a la soledad en que tienen que vivir en las grandes ciudades, a la masificación, al anonimato; y a la pérdida de las creencias, de las tradiciones y de los valores.

Como la mayoría de los seres vivos, somos gregarios, o sea que naturalmente tenemos la necesidad de relacionarnos, sin embargo, la tendencia actual es vivir solos, sin compromisos ni responsabilidades, priorizando el Ser para uno y dejando de lado el Ser para otro.

Por esta razón, la pérdida de una relación puede ser devastadora, porque también se pierde la oportunidad de estar íntimamente conectado.

Vivimos en un mundo muy complejo que nos exige demasiado. Son tan numerosas las obligaciones, tan complicados los trámites, las gestiones y las diligencias para acceder a algo, que una persona que trabaja todo el día y atiende sus necesidades básicas y las de su familia puede terminar agotando todas sus reservas si desea cumplir con todo.

Liberarse del otro, para algunos, puede ser vivido como un anhelo desesperado, aunque tenga que enfrentar la soledad, que es un estado antinatural que se puede convertir en un arma de doble filo, hacerlo sentir libre pero a la vez infeliz. Para otros, la soledad puede ser peor que sufrir los avatares de una compañía tóxica.

Alcanzar el equilibrio justo es difícil pero no imposible, requiere fortaleza, coraje, voluntad y autoestima, para aprender a respetarse como persona y para ser capaz de estar con otra sin alienarse en ella; y también, un cambio de perspectiva que le permita vislumbrar un horizonte más amplio.

Malena