La ropa del futuro



Adelantos tecnológicos impensables llegan al mundo de la moda, lo que transformará de una manera inimaginable lo que existe hasta ahora en el arte del buen vestir.

Dentro de una década, no solamente los modistos serán los responsables del diseño y manufactura de la ropa sino que también tendrán principal participación ingenieros, científicos y los grandes cerebros de la informática.

Diferente a todos lo que nos anticiparon las películas de ciencia ficción, la vestimenta, con apenas un toque, podrá cambia de color y estampado, será posible detectar sustancias en los tejidos que ocasionan alergias, contaminantes e incluso impedir el paso de los rayos UV.

Es probable que las fibras tenga la propiedad de liberarse de las bacterias y de la suciedad y que todo esto sea posible gracias a la introducción de la nanotecnología y la acción de las nanopartículas.

El ingeniero químico colombiano Juan Hinestroza, director del Laboratorio de Nanotecnología Textil de la Universidad de Cornell, de New York, trabaja con fibras de un diámetro 25000 más delgadas que un pelo, para fabricar ropa inteligente que será como una segunda piel en el cuerpo y que podrá llevar electricidad, medir el ritmo cardiaco o el ph de la transpiración y podrá servir para una mejor dosificación de medicamentos.

Los colorantes o pigmentos se convertirán en cosas del pasado ya que serán reemplazados por nanopartículas que harán posible que las prendas jamás pierdan el color, se conviertan en una eficaz barrera contra bacterias y virus, puedan llevar celdas solares para almacenar energía como para cargar el teléfono, y tener la capacidad de aislar olores desagradables o tóxicos.

Las prendas elaboradas con esta tecnología tendrá control de funciones, iluminación, registro de datos y podrá y liberar vitaminas, cosméticos y medicinas en la piel en forma permanente.

La nanotecnología está siendo introducida cada vez más en distintos campos de desarrollo, y está captando también el interés de arquitectos y diseñadores de interiores.

Las prendas continuarán siendo cómodas y flexibles y se podrán confeccionar sin dificultad ya que lo que cambiará es una pequeña proporción de la parte externa de la fibra.

Dado que la vestimenta podrá adoptar distintas formas, texturas y colores, su costo probablemente se multiplicará, aunque si la producción es masiva podría llegar a ser accesible para la mayoría dado que no requerirá de costosos materiales sino del control molecular, que serán las que harán el trabajo más importante.

Entre otras cosas, las zapatillas se podrán sincronizar con el GPS del celular que indicará la dirección hacia dónde caminar, las remeras para andar en bicicleta serán luminosas y los cordones de las capuchas se transformarán en auriculares.

Los Google Glass son los anteojos de realidad aumentada inventados en 2012 que funcionan como una computadora dispuesta encima de los ojos que incluye teléfono, servicio de email, GPS y una gran gama de información más.

El cuidado del medio ambiente sembró la inquietud en la diseñadora Susan Lee de crear el cuero vegetal, con el aporte de un biólogo en su Bio Couture Laboratory. Es una tela que se cultiva y tarda dos semanas en crecer, a base de té verde, azúcar, bacterias y levadura, que es biodegradable y tiene una vida útil de cinco años.

Sin duda el futuro nos depara invenciones extraordinarias aún más allá de lo que la mente más audaz pudo alguna vez imaginar.

Malena
Fuente: LNR; “Científicos a la pasarela”; Gabriela Cicero.