El Beneficio Primario y Secundario de la enfermedad - Psicología Malena Lede



En forma amplia, el beneficio que produce una enfermedad, se refiere al placer directo o indirecto que esa enfermedad le proporciona a un sujeto.

El beneficio primario es la satisfacción que reporta el síntoma,  una forma de huir a través de la enfermedad y la búsqueda de un cambio deseado en el entorno.

El beneficio secundario en cambio, es el que aprovecha las ventajas de una enfermedad ya instalada y no se relaciona ni con el motivo inicial de la afección ni con el sentido de los síntomas, ni con los deseos libidinales, sino que se refiere a un placer narcisista ligado a la auto conservación.

La concepción freudiana de la neurosis, desde un principio, sostiene la hipótesis de que una enfermedad se declara y luego se mantiene debido a la satisfacción que le proporciona al individuo que la padece, con el propósito de disminuir la tensión que le produce su conflicto intrapsíquico.

La resistencia del sujeto a curarse, opuesto al deseo consciente de librarse de su mal, comprueba el beneficio que obtiene.

El beneficio primario siempre está determinado por los síntomas; la parte interna del beneficio disminuye la tensión, y aunque sea muy doloroso  le evita al sujeto conflictos aún más penosos; mientras que la parte externa se relaciona con los cambios que dichos síntomas provocan en las relaciones interpersonales.

Por ejemplo, una mujer sometida por su pareja puede obtener más atención y afecto estando enferma y al mismo tiempo vengarse del maltrato.

Para explicar el beneficio secundario Freud pone el ejemplo de la neurosis traumática o de la secuela psíquica que deja un accidente.  En estos casos, el beneficio secundario sería la indemnización que percibe el sujeto, la cual podría obstaculizar su readaptación al obligar al individuo a enfrentar sus dudas sobre su capacidad para continuar eventualmente con su trabajo.  En este ejemplo, también habría que preguntarse sobre cuáles fueron las motivaciones inconscientes del accidente.

El Yo responde al síntoma de dos maneras, con la defensa secundaria y el beneficio secundario, tratando de mantenerlo para obtener la mayor ventaja.

En el tratamiento psicoanalítico también se puede aplicar el concepto de beneficio secundario cuando el paciente encuentra mayor satisfacción en mantener la relación transferencial con el terapeuta,  que en la cura.

Malena
Fuente: “Diccionario de Psicoanálisis”; de Laplanche y Pontalís.