Los avances de la ciencia y sus implicancias filosóficas - Psicología Malena Lede



Existe una relación profunda entre los descubrimientos que se producen en el campo de la física y la filosofía.

Desde el siglo XIX, los físicos se ocuparon de investigar con mayores recursos los misterios del mundo macroscópico y microscópico, en su infructuosa búsqueda del origen de la materia; lo que dio lugar a la física moderna, que incluye la teoría de la relatividad que ha llevado a una mayor comprensión del macrocosmos y a la mecánica cuántica, que ha descubierto en gran parte los secretos del microcosmos.

Estos adelantos científicos han obligado a revisar el antiguo concepto sobre el universo y sobre nosotros mismos en relación a él.

Todo científico se mueve más que por su trabajo, por llegar a conocer la naturaleza esencial de todas las cosas, o sea que su lucha diaria está motivada principalmente por resolver el enigma que representa su propia existencia.

La visión mecanicista del mundo hizo que Isaac Newton construyera la base de la física clásica haciendo que esa forma de pensamiento dominara todo el pensamiento científico y toda la cultura de Occidente.

De esa manera mente y cuerpo se concibieron como compartimientos separados, provocando un conflicto entre la voluntad y los instintos.

A eso le siguió la fragmentación del hombre en todas las áreas, según su talento, sus sentimientos, sus creencias, su trabajo, etc.

Así, el mundo externo se transformó en un conjunto de circunstancias, objetos, creencias, razas, naciones, religiones e intereses separados, que existen para sacar el mayor beneficio de ellos, y que son la causa de los permanentes conflictos sociales, ecológicos y culturales.

Esta fragmentación ha provocado enormes diferencias en la distribución de los recursos y ha provocado constante manifestaciones de violencia y un mayor nivel de contaminación ambiental.

La vida, que debería ser celebrada todos los días como una fiesta, se ha convertido en un tránsito difícil, desagradable y malsano para muchos, tanto física como mentalmente, incluso para quienes gozan de una situación económica próspera, porque no pueden imaginar un futuro, por la confusión que reina en todos los ámbitos , por la pérdida de los valores humanos y del sentido de la vida, que alteran la percepción, contaminan la psique y sumergen a las personas en la depresión y el escepticismo.

El hombre actual está en crisis y se siente solo y aislado, porque ha perdido la esperanza de formar parte de un mundo que no comprende y que se muestra cada vez más caótico.

La física clásica nos brinda la sensación de vivir en un mundo organizado donde todo se puede medir y conocer.

La teoría de la relatividad nos revela que el tiempo no existe como entidad separada sino que es relativo al espacio, que a la velocidad de la luz existen otras leyes diferentes que gobiernan los fenómenos, que el azar no existe y por ende tampoco el libre albedrío.

La mecánica cuántica descubre que a nivel subatómico existe una realidad distinta que depende del observador que la mira, porque no se puede medir la posición y la velocidad de una partícula al mismo tiempo; sólo se pueden medir probabilidades, lo que introduce la posibilidad del azar en los sucesos y explicaría la existencia del libre albedrío.

Es probable que las tres teorías tengan razón y se complementen, pero para eso habría que encontrar una fórmula matemática unificada, que explique el funcionamiento del universo.

El gran misterio es que a través de las investigaciones científicas se comprueban las teorías elaboradas por muchos hombres del pasado, por intuición, o a través de revelaciones religiosas o estados alterados de conciencia.

Malena: “El Tao de la física”; Fritjof Capra.