La búsqueda del placer sin límites - Psicología Malena Lede



Actualmente se vive una época hedonista centrada en la satisfacción de los deseos y ausente de reflexión, en la búsqueda de la felicidad a toda costa y esta filosofía apocalíptica lleva a querer aprovechar cada minuto como si fuera el último.

Pero a la vez, se respira un clima de hastío, aburrimiento y soledad que se trata de evitar con el uso de la tecnología y a través de los celulares y de las redes sociales, que permiten conectarse generalmente con personas que no se conocen personalmente y que pueden no ser quienes dicen que son.

Es evidente que la forma de comunicación humana ha cambiado y se ha vuelto mediática en detrimento del contacto físico.

El uso de la tecnología en todas partes priva a las personas de las experiencias directas, absorbe su tiempo, amenaza con ocupar el lugar de las vivencias reales y ahonda aún más el abismo entre las generaciones.

Este fenómeno no se puede parar y amenaza con adueñarse de nuestras vidas y a no poder desprendernos de un teléfono, único cordón umbilical que nos mantiene unidos al mundo.

De la cultura del trabajo se ha pasado en un abrir y cerrar de ojos, a la cultura del placer y del entretenimiento y a vivir los extremos sin evaluar las consecuencias de las acciones ni los riesgos.

El cambio de paradigma pone en primer lugar la felicidad personal, sólo por hoy y a toda costa, sin tener en cuenta al otro y sin ser conscientes de las consecuencias, porque se da por sentado que ya no hay futuro.

Las relaciones de pareja no resisten la etapa de madurez porque se pretende vivir siempre en un estado idílico permanente y porque estar en pareja se convierte en un obstáculo que impide el cumplimiento de los deseos mutuos. A nadie le interesa ponerse en el lugar del otro para poder comprenderlo porque todos están totalmente centrados en sí mismos.

La vida se ha vuelto un vulgar parque de diversiones donde los jóvenes y no tan jóvenes, circulan tristemente, sin saber dónde van.

Este estado de cosas, lejos de proporcionar felicidad produce apenas una satisfacción inmediata que luego se transforma en frustración y vacío de Ser, que conduce inexorablemente a la depresión y al aislamiento.

Está en cada uno de nosotros darle a la tecnología el lugar que le corresponde, y no permitirle que se apodere de nuestras vidas, de nuestros afectos, de nuestras emociones y decisiones y dejar de pensar, en el fin del mundo, sin ningún fundamento válido que lo sustente.

Conste que la humanidad ya vivió anteriormente experiencias que la hicieron pensar en el fin de los tiempos. Cuando se produjo el acercamiento del cometa Halley a principios del siglo XX, algunas personas se suicidaron; y al comienzo de la primera y de la segunda guerra mundial, el temor al fin del mundo lo provocaba el uso de nuevos armamentos cuyas consecuencias no se conocían.

Tenemos que tomar conciencia que al mundo en que vivimos lo hacemos nosotros y no echarle la culpa a otro, porque cada forma de pensar individual es capaz de expandirse como un virus e infectarnos a todos.
Malena