Aprende a decir que no - Psicología Malena Lede



Sigmund Freud afirmaba que los individuos que viven en una sociedad civilizada necesariamente son neuróticos, porque las relaciones sociales obligan a enfrentar el conflicto entre lo que desean hacer y lo que la sociedad espera de ellos.

La decisión es difícil porque hacer lo que uno desea y no cumplir con las expectativas, puede afectar las relaciones y hacer que un individuo inseguro se sienta rechazado, pierda la confianza en sí mismo y también su autoestima.

Los humanos son seres sociales que crean lazos de afecto con quienes los rodean; a cambio, esperan recibir su afecto y consideración.

Ser amado al nacer,  es una necesidad básica humana tan importante como ser alimentado,  y según cómo ha sido esa experiencia, así será la capacidad de un individuo de amar,  al crecer y madurar.

La pérdida del amor o la estima es la amenaza que se cierne sobre la mayoría cuando frente a una exigencia desmedida se atreve a decir que no.  Sin embargo, decir que no en circunstancias que comprometen nuestro bienestar, puede ser una cuestión de defensa propia, cuando las exigencias externas nos obligan a renunciar a nuestros propósitos.

No siempre estamos en condiciones de satisfacer las demandas de los demás, sin embargo, muchas veces somos capaces de resignar nuestras propias demandas internas para cumplir con ellos.

Cuando esta actitud es cotidiana y se transforma en parte de nuestro carácter, se pueden crear las condiciones para sufrir una neurosis.

Una neurosis suele producir síntomas físicos que están expresando el conflicto entre lo que se desea,  que se ha reprimido y lo que se cree que se debe hacer.

La amenaza de la pérdida del amor es importante para toda persona pero también lo es poder hacer lo que desea para su propio bienestar y equilibrio psíquico.

En una sociedad civilizada la libertad de todo individuo  termina donde empieza la libertad de los demás, por eso es necesario utilizar el propio discernimiento para evaluar desde una perspectiva realista y equilibrada la decisión que corresponde en cada circunstancia sin sacrificar los propios intereses y sin perder la autoestima y el respeto por uno mismo.

Para poder discernir en forma coherente sobre una situación dada es necesario partir de un marco de referencia estable, que respete los propios valores y utilizar la fuerza del carácter para mantener firme la propia convicción, liberándose de las dependencias y siendo capaces de tomar decisiones responsables.

Nadie puede acusarnos de mala fe o egoísmo si actuamos de forma racional y coherente con nuestra propia forma de pensar.

Estar siempre disponible para hacer la voluntad de los demás puede estar indicando  la intención de negociar el amor y hasta el secreto propósito de obligar a los otros a brindarnos su atención.

No se puede asociar el amor con la servidumbre y creer que nos querrán más si cedemos a los caprichos por miedo a perder el amor.

Se puede aprender a decir que no sin que nos afecte emocionalmente, si estamos dispuestos a valorarnos más y a creer más en nosotros mismos.

Malena Lede - Psicóloga