Nace un niño varón y desde el primer día su padre lo
rechaza, en cambio, a su hermana, que es tres años mayor le brinda todo su
afecto y atención.
Pasan los años y los padres se separan, el padre
continúa el mismo tipo de relación con ambos, colma a su hija con todo tipo de
atenciones y a su hijo sólo le demuestra desprecio.
Los hijos viven con la madre, quien se queja porque
sus hijos se pelean continuamente haciéndole a ella la vida imposible, y responsabiliza al padre por las diferencias
que hace con sus hijos.
No tengo referencias sobre cómo es la relación de la
madre con sus hijos, pero me atrevo a pensar que si el padre rechaza a su hijo
varón, la madre tenderá a compensar esa
falta de amor con una mayor dedicación hacia él, condición natural en las
mujeres de preferir a su hijo varón y de ser hostiles con sus hijas mujeres.
De modo que en este ejemplo particular, se presenta
un Complejo de Edipo positivo, en los dos hijos, o sea deseos amorosos hacia el
progenitor del sexo opuesto y odio y celos hacia el progenitor del mismo sexo.
Freud reconoce en él mismo el amor que sentía por su
madre y los celos de su padre, en conflicto con el afecto que le tenía.
El Complejo de Edipo en su forma positiva se
presenta como en la historia de Edipo Rey, o sea el deseo inconsciente de
Edipo, el hijo del rey, de matar al padre
y el deseo amoroso hacia la madre.
La elaboración positiva del complejo de Edipo del
varón se realiza cuando acepta renunciar a la madre porque es del padre y puede elegir una pareja no incestuosa; y en la mujer, cuando acepta renunciar al padre porque es de su madre y
puede amar a otro hombre que no sea él.
El Complejo de Edipo es universal, porque se
presenta en todas las culturas, aún en las que tienen otras formas de
organización familiar y constituye un factor fundamental en la estructuración
de la personalidad y en la orientación sexual.
El problema se produce cuando por alguna razón, los
hijos se quedan fijados al amor incestuoso y no pueden cambiar de objeto
amoroso.
En este caso, los padres están separados, de modo
que el hijo puede quedarse con la madre porque no es del padre; el único
obstáculo es la hermana, de la cual se quiere deshacer.
Las familias disfuncionales representan una severa
dificultad para las identificaciones positivas de los hijos y la posterior
elección de pareja.
Malena Lede – Psicóloga
Fuente: “Diccionario de Psicoanálisis”; Laplanche y Pontalis.
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