Los cambios son necesarios, el problema se produce cuando se aceleran hasta el punto de superar la adaptación a ellos
Hoy más que nunca, para poder seguir formando parte de la sociedad, estamos obligados a ocupar nuestro tiempo en la ardua tarea de aprender todos los días cosas nuevas.
Hoy más que nunca, para poder seguir formando parte de la sociedad, estamos obligados a ocupar nuestro tiempo en la ardua tarea de aprender todos los días cosas nuevas.
La vida se ha
convertido en un laberinto tecnológico que cada vez es más difícil descifrar y
que muchas veces nos hace sentir que estamos perdiendo el tren.
El cambio, cada vez
más acelerado, nos obliga a ser creativos para no quedar rezagados en la etapa
anterior y terminar segregados y fuera de contexto.
Lo malo es que la
mayoría de los supuestos expertos tampoco están capacitados para enseñar.
La vida es cambio y
en todas las épocas el homo sapiens tuvo que aprender a luchar contra la
adversidad e inventar cosas nuevas para poder enfrentar esos cambios.
Ahora, cuando
parecería que todo ya está inventado, los cambios han adquirido una dimensión
exponencial, obligando a todo el mundo a adaptarse a toda clase de aparatos o
vivir dependiendo de otros que tampoco saben demasiado.
Es cierto que
aprender nos mantiene ágiles mentalmente, pero también nos exige pasar mucho
tiempo frente a una pantalla y postergar las experiencias de la realidad que nos rodea.
No es raro que una
pareja que recién se encuentra después del trabajo no tenga tiempo para hablar
porque la rutina impone la necesidad de abrir la notebook para revisar el
correo, comunicarse con los amigos, participar en un grupo, hacer consultas, enterarse
de las últimas noticias, pagar cuentas, etc.
¿Es el avance de la
tecnología y la obligación de no quedarse atrás con las innovaciones la
causante del fracaso de las relaciones, de los problemas de ansiedad, de las adicciones, del estrés, de la
depresión o de los ataques de pánico?
Es una pregunta que debería abrir un debate científico sobre la conveniencia de continuar en esta carrera desenfrenada
en la que no todo el mundo puede participar.
La creatividad
humana no tiene límites, sin embargo sólo puede ponerse en práctica cuando esos
cambios se pueden difundir a gran escala y muchas personas están dispuestas a
adoptarlos.
El incremento de
los medios de comunicación hace posible que la nueva tecnología se difunda y
existe mucho capital ocioso que está esperando participar en todo aquello que
puede producir ganancias rápido.
Esa es la ecuación
que funciona, no tanto cuando hay un descubrimiento científico, sino cuando el interés del público sobre ese descubrimiento, previamente manipulado por la
publicidad, se hace masivo.
Es hora de aprender
a ser más selectivos y empezar a descartar los cambios superfluos. El público es el que tiene la última palabra si no compra; y al mismo tiempo evitará que haya más basura.,
Malena Lede -
Psicóloga
Fuente: "Modo Esponja"; Sebastián Campanario y Andrei Vazhnov.
Fuente: "Modo Esponja"; Sebastián Campanario y Andrei Vazhnov.
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