Sigmund Freud,
relata en el capítulo IV de sus obras completas, tomo I, “Un caso de curación hipnótica” en relación a
“algunas observaciones que realizó sobre la génesis de síntomas histéricos por
voluntad contraria”.
Se trata de una
madre joven que no logró amamantar a su hijo recién nacido, hasta que fue
sometida a sugestión hipnótica.
Se trataba de una
persona sin antecedentes de enfermedades psicológicas, por lo que Freud
consideró que se trataba de un caso de “histeria de ocasión”.
Su primera
tentativa de lactancia con el primer hijo de la paciente, fracasó, sentía
repugnancia por la comida, no tenía leche y le dolía el pecho cuando intentaba
amamantar; por lo que sus médicos le aconsejaron la sugestión hipnótica.
Freud fijó sus ojos
en los de la paciente mientras le sugería los síntomas del sueño, logrando
dormirla en poco tiempo; y en estado hipnótico trató de contradecir todos sus
temores y todas las sensaciones negativas que le provocaban.
A pesar de la
desconfianza de la familia sobre este tratamiento, la paciente mejoró después
de la primera sesión pero esos efectos duraron muy poco tiempo.
En su segunda
visita, Freud volvió a someterla a hipnosis con mayor esfuerzo y obtuvo mejores
resultados y ya en el tercer intento la
paciente se restableció totalmente, logrando alimentar a su hijo durante ocho
meses.
A pesar del éxito
obtenido por el psicoanalista, los familiares no mostraron estar de acuerdo con
este tipo de tratamiento.
Sin embargo, en un
tercer embarazo la joven madre volvió a presentar los mismos síntomas, los
cuales desaparecieron después de la segunda sesión de hipnosis, pudiendo
amamantar a su tercer hijo sin problema alguno.
Para Freud, en el
caso de la neurastenia, o sea en la neurosis crónica, los síntomas expresan la intensidad de
las representaciones contrarias al propósito, sólo a nivel psicológico sin alterar la acción;
en cambio en la histeria la representación coartada se hace objetiva a nivel
del sistema nervioso transformándose en una voluntad contraria a esa acción, la
cual no se puede evitar.
Las
representaciones penosas, rechazadas por la conciencia moral son las que
afectan el sistema nervioso y se convierten en actos que responden a la
voluntad contraria.
El impulso a
enfermar, aunque se desee la salud, se concreta cuando el enfermo se abandona a la acción de las representaciones contrarias.
Malena Lede –
Psicóloga
Fuente: Sigmund
Freud, Obras Completas, Tomo I., capítulo IV, página 22.
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