Normalmente, compramos cuando necesitamos algo o a
veces para satisfacer algún capricho ocasional; la patología comienza cuando
comprar se convierte en una adicción que puede terminar con las relaciones y
con la cuenta bancaria.
Lo malo de todo esto es que cada vez que un
comprador compulsivo compra algo,
inmediatamente pierde el interés en ese objeto que generalmente va a parar a
algún lugar que seguramente está atestado de otros objetos que también han sido
relegados al olvido.
Los compradores compulsivos no pueden resistir el
impulso de poseer lo que creen necesitar pero una vez adquiridos muy pronto se
desvanece la ilusión por ellos.
Estas personas suelen ocultar las cosas que compran
y como se avergüenzan de su conducta tampoco se atreven a hablar de ello.
Las compras son una manera de mejorar el humor y de
levantar el ánimo y a veces es una forma de recompensa por el trabajo realizado. Sin embargo, con el tiempo se transforman en
un serio problema que exige un tratamiento.
Los compradores compulsivos casi nunca utilizan los
artículos que compran y es común que ni siquiera abran el paquete y lo guarden cerrado.
Las compras por internet son preferidas porque
mantienen el anonimato y les evita estar dando explicaciones.
Comprar es un modo de evadirse de la realidad, de
eludir los conflictos y de olvidar las cosas desagradables.
Sin embargo el efecto placentero que les produce comprar
suele ser breve, porque cuando tienen que pagar ya comienza a aparecer el
arrepentimiento y la culpa y los problemas que se quisieron evitar vuelven con
mayor fuerza.
Algunas personas llegan a cometer delitos para
satisfacer su avidez por comprar, firmando cheques sin fondos o utilizando
documentos de otros.
Esta conducta de comprar en forma descontrolada y de
los daños colaterales que produce, sin embargo los que padecen de este hábito
no pueden resistir el impulso.
Numerosos estudios indican que un 80% de los
pacientes diagnosticados como compradores compulsivos son mujeres; sin embargo
este trastorno obsesivo compulsivo también lo padecen los hombres.
Las terapias conductistas pueden revertir este
hábito, así como cualquier otra adicción que afecte el desarrollo normal de la
vida de una persona.
Malena Lede - Psicóloga
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