Nadie se puede librar del sufrimiento y la pérdida,
porque es una emoción humana universal inevitable que aunque difícil de
aceptar, forma parte de la vida.
Algunos ahogan sus penas en alcohol o buscan alivio
tomando pastillas, otros se defienden negándose a sí mismos que tienen un
problema, tratando de ignorarlo o sumergiéndose en distracciones y muchos lo
proyectan sobre los demás echándoles la culpa.
El dolor sin embargo se resiste a abandonarnos y
así, pasados los efectos de nuestras inútiles defensas, se profundiza aún más.
Lo cierto es que hay que vivir el sufrimiento para
poder superarlo, o sea, llorar las
pérdidas y aceptar las frustraciones para poder empezar de nuevo.
Tratar de dominar las emociones de dolor y pérdida
intentando ser fuerte tampoco es la solución porque tarde o temprano volverán a
aparecer acrecentados.
El sufrimiento humano es un hecho natural de la
existencia humana que hay que aprender a aceptar.
Algunos pensadores afirman que la vida hay que
evaluarla desde el sepulcro, teniendo en cuenta que somos seres finitos que
inevitablemente envejeceremos y moriremos.
Por supuesto, estar consciente de esta realidad nos llevará a tomar las
cosas que nos pasan de otro modo y a darle menos valor a las cosas materiales.
Gran parte del sufrimiento humano se debe a la
insatisfacción y al descontento; o sea a no poder alcanzar lo que logran otros
ni vivir como ellos.
Pero tenerlo todo tampoco es garantía de felicidad
porque hay muchas cosas que el dinero no puede comprar.
Tener conciencia de la naturaleza humana y de la
verdad del sufrimiento nos brinda la posibilidad de liberarnos de él.
Según la doctrina budista las causas profundas del
sufrimiento humano son la ignorancia, el deseo y el odio.
La ignorancia en el sentido de tener una verdadera
percepción de la naturaleza del Ser y de todos los fenómenos.
Al despojarse del deseo, del odio y de la falsa
percepción de la naturaleza de la realidad, se puede lograr liberar la mente de
todo sufrimiento.
Aceptar las inevitables penas de la vida nos puede
ayudar a ver las situaciones en su debida perspectiva, es decir, ubicando al
sufrimiento dentro de un contexto más amplio.
Si se vive el sufrimiento como algo no natural o
injusto que no deberíamos experimentar o buscamos algún culpable y nos
convertimos en víctimas, estamos condenados a perpetuarlo y a permanecer
frustrados, resentidos y enojados.
Por supuesto, todos tienen derecho de liberarse del
sufrimiento y de ser felices, por eso es útil conocer las causas y buscar las
soluciones posibles, a nivel social, familiar e individual, pero sin temerlo ni
rechazarlo, tomándolo como una condición natural.
Malena Lede – Psicóloga
Fuente: “El arte de la felicidad”; Dalai Lama.
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