LA MUERTE Y EL SENTIDO DE LA VIDA - Psicología Malena Lede


Existen quienes piensan que la muerte hace que la vida no tenga ningún sentido y también quienes sostienen que es la muerte precisamente la que le da a la vida su sentido.

Si creemos que nuestra condición de mortales nos condena al nihilismo y a no hacer ningún esfuerzo porque la muerte hace que  nada valga la pena; la experiencia de vivir se puede convertir en una cadena de sufrimientos.

Pero si nos atrevemos a ahondar en esta reflexión, nos daremos cuenta que por alguna razón somos todos diferentes y que si estamos dispuestos y atentos todos tenemos la oportunidad de descubrir la causa y el valor de nuestra existencia.

Una enfermedad terminal no es un motivo para cuestionarse el significado de la vida.  Hay pruebas suficientes que nos muestran que muchas veces, una enfermedad o una seria  discapacidad física, no representan ningún obstáculo que impidan el desarrollo de una persona sino que al contrario, pueden convertirse en el trampolín que necesitamos para realizar una epopeya.

Todos conocen la historia del físico matemático inglés, recientemente desaparecido a los 76 años, Steven Hawking, que padeciendo ELA (esclerosis lateral amiotrófica), desde muy joven,  llegó a ocupar la cátedra de Newton en la universidad de Cambridge.

Si no hubiera padecido esa enfermedad, él mismo aseguraba que como persona, hubiera sido “una bala perdida”, ya que nunca tuvo buenas calificaciones en sus estudios, no se destacaba en nada y sólo vivía para divertirse.

La enfermedad lo obligó a utilizar lo único que le funcionó hasta su último día: su cerebro, y así logró casi lo imposible, convertirse en una de las personas más creativas e influyentes en el mundo de la física y la astronomía.

La historia de Hellen Keller, ciega, sorda y muda de nacimiento, también es otro ejemplo de cómo son capaces las personas de trascender sus límites.

No sabemos qué nos espera después de la muerte, pero eso no nos impide aprovechar la oportunidad de vivir plenamente esta vida  siendo capaces de enfrentar los desafíos.

Si vivimos las pruebas que nos tocan como obstáculos y elegimos vivir quejándonos de nuestro destino, la vida se puede convertir en una pesadilla; pero si aceptamos el reto, ya no nos importará nuestra condición de mortales porque podremos descubrir la razón de haber nacido. 

Nacemos para morir y como si nos dieran un cheque en blanco, cada uno tiene que elegir qué hacer en la vida mientras viva.

Podemos elegir Ser quienes somos y aceptar cumplir nuestro destino; sabiendo que nada nos podemos llevar y respetando la ley de causa y efecto si no queremos dejar este mundo antes de tiempo; o elegir desperdiciar la vida y esperar la muerte pensando que nada vale la pena.

Malena Lede- Psicóloga