Inmigrantes


Contrariamente a las políticas inmigratorias de otros países, Argentina tiene un pasado en ese aspecto, como para enorgullecerse.

Existen desde el siglo XIX , dos figuras legales que fomentaron la inmigración; el decreto del Primer Triunvirato de 1812, y la Ley 817 de Inmigración y Colonización de 1876.

Con esta ley, todo inmigrante que decidía compartir el destino de los argentinos se aseguraba la protección del gobierno, desde antes de salir de su lugar de origen, por medio de funcionarios designados en el exterior al efecto, que se encargaban de las necesidades de los interesados.

Una vez en la Argentina se les adjudicaba una primera residencia provisoria y se les brindaba todo tipo de asistencia y la posibilidad de un trabajo, facilitándoles además el traslado al lugar definitivo que elegían.

Desde 1825 ya el país contaba con comodidades para resolver la necesidad provisoria de residencia de los inmigrantes. No obstante, en 1898 se comenzó la construcción del Hotel de Inmigrantes ubicado entre Puerto Madero y Retiro, con los más modernos recursos de la época.

Disponía de un desembarcadero con distintas dependencias, lugar para las valijas, un centro sanitario, oficinas, habitaciones y una sucursal bancaria que brindaba sus servicios a los pasajeros.
En el lugar que ocupaban el desembarcadero, las dependencias y las habitaciones, actualmente se encuentra el Museo, un gran edificio que llama la atención por su sólida y moderna estructura donde se podían alojar en ese momento más de tres mil personas con amplia comodidad.

Entre 1857 y 1920 ingresaron a nuestro país casi cinco millones de inmigrantes, principalmente obreros, artesanos, agricultores, artistas, docentes y algunos profesionales.

Entre 1911 y 1920 el Hotel brindó alojamiento a más del 40% de los que arribaron al país en ese período.

La residencia podía extenderse hasta cinco días según la ley aunque ese tiempo se podía prolongar en casos especiales y durante ese tiempo los hombres y las mujeres permanecían separados la mayor parte del tiempo.

La estricta organización permitía que miles de personas de distintos idiomas pudieran convivir pacíficamente.

Doce grandes dormitorios disponían de camas para doscientos cincuenta personas y en el salón comedor podían comer más de mil personas por turno.

Los inmigrantes recibían además instrucción sobre las costumbres en Argentina y sus detalles geográficos.

El centro sanitario era un auténtico hospital de moderna tecnología para atender los problemas de salud de los pasajeros y el traslado del equipaje también estaba a cargo del gobierno.

Tal vez muchos inmigrantes ya tenían familiares en este país que se ocuparon de ellos desde su primer día, pero no todos gozaban de ese beneficio.

Los argentinos en su gran mayoría descienden de inmigrantes españoles e italianos que ingresaron al país en distintas épocas, aunque no son pocos los que también vinieron, procedentes de otros países de Europa, que se radicaron en distintos puntos del país y ayudaron a poblar la Argentina.

Hoy en día nuestro país continúa recibiendo con beneplácito a muchos inmigrantes de países limítrofes con la misma actitud hospitalaria y solidaria que lo caracteriza.