Publicado el 2009/05/12 por Psicóloga Malena Lede
La Pareja - "Mi Marido No Me Deja"
¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase de boca de una mujer adulta? Sin duda muchas. Parece una frase digna del siglo pasado, sin embargo, no siempre significa lo que parece decir.
La mayoría de las veces es una excusa, porque lo que realmente quiere decir es que esa persona no está dispuesta a ser quien es, a encontrarse a si misma, a buscar el sentido de su vida y hacer lo que tiene que hacer.
No quiere decir con esto que se sientan bien, de ninguna manera, al contrario, pueden sentirse muy mal consigo mismas, pero a veces parece más fácil proyectar en los demás la frustración que produce la propia inoperancia, vivir la vida de los demás, fagocitar a los hijos para seguir criándolos hasta después de los cuarenta años, que decidirse a emprender el viaje hacia el si mismo.
A veces, un trabajo burocrático con un buen sueldo es la mamadera que mantiene a algunas mujeres atadas a una vida laboral sin sentido y a vivir haciendo cosas intrascendentes que se pueden hacer casi sin pensar, como una máquina.
Hablando de máquinas, en Japón, los japoneses son los que más se ocupan del desarrollo de la tecnología robótica. Les fascinan los robots y todas las funciones que pueden realizar para reemplazar principalmente las tareas tediosas que tienen que hacer los seres humanos diariamente.
La idea es que hasta puedan pensar por si mismos, sin embargo, aún no han logrado fabricar uno que pueda hacerlo, de modo que actúan únicamente bajo las órdenes de un programa diseñado por el hombre.
No obstante, se están realizando investigaciones para incorporar circuitos nerviosos humanos a los robots y al mismo tiempo insertar a los humanos microchips en sus cerebros para realizar tareas aún más inteligentes o por lo menos para contar con una mayor capacidad de memoria.
De esta manera, se espera que en un futuro tal vez lejano, los robots puedan reflexionar y pensar por si mismos y tal vez que el hombre piense más racionalmente y menos emocionalmente, tal como un robot.
La vida compartida con los robots evitará tener que ocuparse de las cosas rutinarias y de esa forma los humanos se verán obligados forzosamente a realizar su potencial.
Sería como un ángel de la guarda, un mucamo personal, un confidente, un terapeuta, un chivo expiatorio, un juguete, alguien con quien conversar con la capacidad de poder fundamentar lo que dice de buena fuente.
Los microchips que se implanten en los humanos podrán ayudar a los políticos, a los que han perdido la memoria, a los que tienen poca memoria, a los que creen que no sirven para nada, a los que se creen dioses, a los que están deprimidos, a los que están siempre echándole la culpa a los demás, a las circunstancias, a la falta de medios, a sus padres; porque nunca se tomaron el trabajo de mirarse un poco a si mismos.
Se podría anticipar, que un adelanto tecnológico de esta naturaleza terminaría con los mediocres, que vegetan como plantas, sin desmerecer a las plantas, porque ellas están haciendo todo aquello para lo que han nacido.
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