Personas obesas ha habido siempre, pero nunca como ahora en que la vida se ha vuelto mucho más sedentaria . En épocas pasadas ser obeso era un signo de prosperidad pero actualmente es un estigma que expone a una persona a ser víctima de discriminación.
Nunca antes existieron tantos modos de encarar el problema del exceso de peso, ni tanta variedad de dietas, ni la cantidad de alimentos dietéticos en los mercados como ahora. Sin embargo, la obesidad se ha convertido en una verdadera epidemia.
En esta época, la gente que logra mantener hábitos saludables, alimentándose en forma saludable, conociendo mucho más el valor de los alimentos y haciendo actividad física en forma regular, puede prolongar su vida de diez a veinte años más que cien años atrás.
Pero al mismo tiempo, al cuerpo humano le resulta más difícil adaptarse a la alimentación moderna y a la comida rápida.
La facilidad que representa la comida chatarra, por su relativo bajo costo y su atractiva presentación, motiva principalmente a los jóvenes a adquirir hábitos alimenticios difíciles de erradicar, que les crean una adicción a las grasas y a los hidratos de carbono y a prescindir de nutrientes que son indispensables para el buen funcionamiento del organismo.
La obesidad es una enfermedad crónica que no tiene cura. El obeso tiene un trastorno alimenticio del que solo se podrá recuperar con el apoyo psicológico adecuado que lo ayude a abandonar viejos hábitos, para poder aprender una nueva forma de comer, siguiendo una dieta equilibrada y placentera.
El sedentarismo y el hecho de vivir rodeados de estímulos relacionados con la comida, agravan la condición del obeso que no sólo llega a tener un problema estético sino que se arriesga a sufrir de enfermedades asociadas con la obesidad, como la diabetes, la hipertensión, las enfermedades vasculares, etc.
La obesidad puede tener combinadas distintas causas como las genéticas y metabólicas, las ambientales, las actitudes y las conductas. También tienen influencia en la obesidad los problemas económicos, los sociales, los malos tratamientos y la ignorancia.
El cuerpo humano nace para ser perfecto, sin embargo en la persona obesa ese mecanismo no funciona correctamente y el cuerpo mantiene el equilibrio del peso en un promedio más alto de lo que debería ser su peso normal.
Sin embargo, esta particular se puede modificar en parte cambiando la forma de alimentarse y moverse. Por ejemplo, haciendo actividad física en forma regular, reduciendo la ingesta de azúcares y grasas y aumentando el consumo de pescado, lácteos descremados, verduras, frutas y cereales integrales.
Un ambiente tóxico de alimentos mal balanceados, malos hábitos alimenticios, una vida desordenada y la tendencia a una vida sedentaria, más el agregado de los factores genéticos dan como resultado la gordura. No obstante, más allá de todo esto, la conducta individual es un factor determinante.
El obeso parece estar comiéndose la realidad que no le gusta, necesita la gratificación de la comida, porque haciéndola desaparecer también está intentando simbólicamente hacer desaparecer aquello que lo molesta.
Desde el punto de vista psicoanalítico, esta actitud con la comida, puede tener su origen en un trauma sufrido en la etapa oral del desarrollo, cuando el bebé calmaba su apetito con el pecho materno.
Melanie Klein denominaba pecho malo, a la experiencia de frustración de esa necesidad primaria.
La intención es un factor esencial para cambiar una conducta, aún teniendo problemas genéticos, porque al modificar los hábitos de alimentación y la forma de vida, se puede controlar la obesidad y lograr tener el peso adecuado de la misma forma que lo logra cualquier persona que no sufre de esa condición.
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