Cuando
el jugador de rugby cordobés Enrique Rodriguez (“Topo”), dejó el equipo de Los
Pumas en 1983, decidió continuar jugando en Australia con la intención de
brindar a su familia una mejor calidad de vida.
Pero
a los 36 años, al retirarse de la práctica del rugby internacional en
Australia, comenzó a sentir los primeros síntomas: algunos días con muchas
ganas de hacer cosas y otros sin ánimo para nada.
Sufrió
depresiones que le duraron hasta seis meses y todo eso durante ocho años, hasta
que un día leyó en una revista la vida de Margot Kidder, una actriz norteamericana
que trabajó en la película “Superman” con Christopher Reeve, y que era famosa
pero que ocultaba una larga trayectoria de depresión; hasta que desapareció y
fue encontrada a mil kilómetros de distancia de su casa, en estado de abandono
y sin poder recordar lo que le había pasado.
Esa
historia lo hizo recapacitar, superar su ignorancia y decidir consultar con un
psiquiatra, quien le dio el primer diagnóstico: trastorno bipolar (TB), que
solamente pudo compartir con su familia mientras continuaba mintiendo a todos
los demás sobre su enfermedad.
Primero
sintió el alivio de saber qué es lo que tenía pero también el terror de tener
que depender toda su vida de una medicación.
Posteriormente
tuvo una severa recaída y recién en ese momento pudo enfrentar a sus amigos,
que lo ayudaron a investigar para entender su enfermedad y que compartieron su
sufrimiento y la esperanza de una recuperación.
Después
de 18 años de ocultar su condición el “Topo” decidió enfrentar el estigma de su
enfermedad y hoy es el director de la fundación “Topo Foundation for Education
TF4E) que tiene como objetivo ayudar a la sociedad a tomar conciencia sobre el
trastorno bipolar.
Él
llegó a perderlo todo, su familia, el dinero y hasta pensó en suicidarse, sin
embargo pudo elegir asumir la realidad e informarse.
El “Topo”
ahora enseña que cada persona es única, con sus virtudes y defectos y que la
mejor manera de rehabilitarse en la sociedad es a través del empleo pago que
hace recuperar el sentimiento de productividad y la autoestima haciendo todo lo
demás más fácil.
Este es un trastorno de base orgánica que se desencadena después de una gran frustración, cuando la persona se
siente que ha fracasado su proyecto de vida y que ya no tiene más nada para
dar, no puede aferrarse a ningún interés ni establecer contacto con el mundo.
Fuente:
LNR; “Entre la depresión y la euforia”; Eduardo Chaktoura.
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