La
obesidad infantil es un fenómeno característico de esta época, que aumenta día a día.
Los motivos del incremento de este flagelo son principalmente los nuevos hábitos en
la alimentación y el estilo de vida sedentaria que llevan los menores.
La
comida “chatarra” es la que adoran los chicos, por razones obvias. Se trata de hidratos de carbono de alto nivel
calórico, como las papas fritas, la carne procesada de las hamburghesas, los panes con mucha miga, las gaseosas y
los dulces; porque tanto la grasa, como la sal y el azúcar son sustancias adictivas
que impulsan a comer de más.
Hoy
en día existen decenas de marcas de chocolates y golosinas de todas clases envueltos
en atractivos paquetes de colores con dulces y papas fritas al alcance de todos
los chicos y aunque su costo no es precisamente barato, en el mercado
resulta lo más económico, porque satisfacen y tienen la ventaja de gozar de la
aceptación de la mayoría de los niños.
Estos
menúes habituales, también se ven en las casas, donde también abundan las
pastas y escasean las verduras, porque por lo general los niños las rechazan.
La
falta de tiempo para cocinar también juega en contra de la comida saludable, ya
que preparar una comida sana y nutritiva exige una preparación más compleja.
Antiguamente, para nuestras abuelas, cocinar era un pasatiempo creativo, ahora, todo se compra hecho, incluso la comida
puede venir preparada y refrigerada para consumir en cualquier momento.
La
comida industrializada está mucho más condimentada y tiene más sal, simplemente
porque favorece su conservación.
Actualmente
es difícil sustraerse a la tentación de llamar un “delivery”, que ofrece la comodidad de no tener que preparar la cena o el almuerzo, por una no muy significativa diferencia de costo.
Los
niños que viven en departamentos, se pasan muchas horas sentados viendo
televisión, y una vez que suben de peso
se vuelven más perezosos y no desean practicar ningún deporte.
Los
que investigan sobre el fenómeno de la obesidad, predicen que en los próximos
años el porcentaje de personas excedidas de peso en el mundo aumentará sensiblemente.
Los
niños con sobrepeso deben ser controlados por el médico pediatra, porque su trastorno puede tener una base genética y porque también pueden existir antecedentes
hereditarios de colesterol alto, diabetes, etc.
El
médico pediatra es el que tiene que realizar un control personal, preventivo y
predictivo del niño con exceso de peso; porque aunque sus genes no se puedan modificar,
lo que sí se pueden cambiar son sus hábitos alimenticios, y su tendencia al
sedentarismo, motivándolo a realizar un deporte de su agrado, que le servirá no
sólo para volver a su peso normal sino también para aprender a relacionarse
socialmente, ya que los niños obesos suelen ser discriminados por sus compañeros de colegio.
El
problema de un niño obeso no es de él solamente, sino de su grupo familiar, que
generalmente también sufre de sobrepeso y tiene los mismos
hábitos de comportamiento y de consumo.
De modo que si se pretende un cambio de conducta que lleve a un niño a
bajar de peso, ésta indicación deberá extenderse a toda la familia.
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