Para
Osho es lamentable que la gente se pregunte qué es el amor, porque si dejaran que las cosas sucedieran
naturalmente, todos tendrían que saberlo.
A
pesar de haberse escrito cataratas de palabras sobre el amor; de ser el tema de incontables películas y
programas de televisión; y de existir toda una industria dedicada a ayudar a
las personas a saber qué es el amor, todavía la gran mayoría sigue sin saber
nada sobre ese fenómeno.
Preguntar
qué es el amor es lo mismo que preguntar qué es la comida.
Sabemos
qué es la comida porque todos hemos sido alimentados y continuamos
alimentándonos, pero no hemos recibido amor, que es el alimento del alma.
Todo
niño nace lleno de amor, pero sus padres no pueden amar a sus hijos, ni le
tienen ningún respeto y es por eso que surge el problema; porque ningún niño
tiene padres con capacidad de amar y cuando él llegue a ser padre también habrá
perdido esa capacidad.
Los
padres pueden fingir, decir que los aman, pero sus acciones dicen otra cosa. Los niños no reciben ni amor ni respeto.
Entre
los padres lo que existe es deseo de dominación, de posesión, celos y todo lo
demás que destruye el amor.
El
amor es frágil y hay que protegerlo como a un niño recién nacido, que si se lo
deja solo, moriría. El amor muere porque no se le presta atención,
no se lo cuida.
Los
padres son víctimas de sus padres y a su vez sus padres fueron también víctimas
de los suyos, y así hasta el primer hombre y la primera mujer en el mundo, cuyo
padre, que fue Dios, desde un principio comenzó a darles órdenes.
Dios
expulsó a Adán y Eva del Paraíso cuando lo desobedecieron y esa expulsión
continúa estando presente, porque todos los padres amenazan expulsar a sus
hijos si no se comportan como ellos quieren.
Como
los hijos temen quedarse solos en la jungla de asfalto, ceden, pero aprenden a
manipular, a hacer lo que hay que hacer para obtener lo que quieren.
De
ese modo el niño se siente frustrado porque sus padres no lo aman tal como es
sino que ponen condiciones, debe hacer determinadas cosas para ser amado, de
otro modo no es digno de amor.
Para
ser digno de amor el niño tiene que ser falso, pierde el respeto por sí mismo y
comienza a sentirse culpable, pero tiene que rendirse y poco a poco su
capacidad de amar queda destruida.
El
amor necesita estar rodeado de amor, si la madre ama a su hijo sin condiciones, si el padre también lo ama de esa manera; y
si el padre y la madre se aman y viven en una atmósfera de amor el niño jamás
se preguntará qué es el amor.
Sin
embargo, nada de eso ocurre, los niños aprenden todo lo que hacen sus padres,
sus peleas, sus conflictos y repiten sus patrones de comportamiento y sus
historias.
El
amor no se puede definir, porque es una experiencia, como el nacimiento, la
muerte, como Dios o como la meditación.
Sin
embargo, puede haber un camino para experimentarlo.
En
primer lugar es necesario liberarse de las voces internas paternales, o sea de ese
disco rígido que está en nuestro interior.
Al
lograr liberarse de esas voces, por
primera vez podrán sentir compasión por
sus padres, pero si no se liberan seguirán estando resentidos con ellos.
Todos
estamos resentidos con nuestros padres; sin embargo, nuestros padres siempre desearon nuestro bien, pero no podían hacer nada, porque se
convirtieron en robots.
Liberarse
de la influencia de los padres es muy difícil pero se puede hacer, observando
cuidadosamente cómo es nuestra conducta con nuestras relaciones, para ver si no estamos
haciendo lo mismo que hacían nuestros padres.
En lugar de hacer eso, hay
que hacer algo completamente nuevo, otra cosa cualquier otra cosa.
Fuente:
“Aprender a amar”, “Enamorarse conscientemente y relacionarse sin miedo”; Osho.
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