La
red promete realidades virtuales muy tentadoras, cuando se trata de satisfacer
necesidades de amor, sin arriesgarse a poner la cara en un encuentro frente a
frente.
Sin
embargo tiene sus riesgos, porque del otro lado no sabemos quién es el que se
está ocultando, no siempre con la misma ingenua intención.
La
búsqueda del amor a través de la red, se caracteriza por la ilusión de encontrar
una verdadera relación de pareja, llegar a enamorarse y soñar con el primer
encuentro; pero cuanto éste se produce se puede poner en evidencia que la
realidad virtual creó una imagen muy diferente a la verdadera, haciendo
naufragar todos los sueños.
La
realidad es que para enamorarse de alguien real es necesario un encuentro real
y una experiencia personal; sentir las emociones y los sentimientos que la otra
persona provoca, su magnetismo personal, su mirada y su conducta.
Las
cifras obtenidas de los sitios de encuentros virtuales más populares no son muy
optimistas, sólo un O, O2 por ciento de los miembros logró casarse, el resto
aún continúa navegando entre aguas turbias.
La
escritura es una vía mediática que no revela todos los rasgos de una
personalidad, al contrario, puede tratarse de una máscara que no condice para
nada con la realidad, o sea pueden reflejar lo que las personas desean ser y no
lo que son.
El
amor a través de la red es una ficción, porque el que se enamora de alguien
virtual se basa en una fantasía elaborada por él mismo.
La
afinidad de intereses es importante pero no lo es todo, falta el contacto, la
atracción a nivel de piel, la forma de ser y de actuar.
El
juego del amor por Internet es hacer “como si” fuera real, pero no deja de ser
un juego que a veces resulta peligroso.
Aunque
se trate de una relación virtual, los sentimientos se empeñan en sufrir la
desilusión igual que si fuera real, de modo que no se puede evitar por
Internet, sentirse herido, abandonado, engañado o frustrado.
Un
vínculo a través de la red no es completo, es “light”, de bajas calorías, porque
no termina de satisfacer por más palabras que se digan.
Por
otro lado, existirá siempre la sospecha de que el otro no sea quien dice ser,
que tenga otra edad o que sea de otro sexo diferente al que declara en sus escritos,
o sea que se trate de un fraude, de un
estafador moral que se divierte a costa de la ingenuidad de otros con plena
impunidad.
Internet
suele ser el refugio ideal donde se atreven los tímidos, los fóbicos sociales,
los débiles de carácter, o sea a todos aquellos que no confían en sí mismos,
que tienen baja la autoestima y no tienen el coraje suficiente para enfrentar
al otro sexo en persona. De esa manera, tienen
la oportunidad de ensayar sin tener que sufrir en carne viva el rechazo.
Sin
embargo, un rechazo puede ser una experiencia positiva, porque enseña a conocer
distintos tipos de parejas, a no dejarse vencer por la frustración, a aprender a sobreponerse y a valorar la
relación que finalmente logre establecer.
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