Solamente
los seres humanos pueden imaginar que tomando una sustancia cambiarán la
realidad y sus vidas.
La
adicción a las drogas es el intento desesperado de obtener placer o poder. Es el recurso de las personas que han
extraviado el camino y eligen una ruta que los conduce al abismo, haciendo que
sus vidas se tornen miserables y sin sentido.
La
búsqueda del placer a toda costa se transforma en la necesidad de evitar el
dolor que produce la abstinencia, un sufrimiento mucho más persistente que el
placer inmediato de un vuelo químico, cada vez más difícil de lograr, y lo que
parecía ser un paraíso se convierte en un infierno.
Las
adicciones son una búsqueda inútil que exige la participación voluntaria de un
individuo, no es algo que lo invade desde afuera y se apodera de él como un
virus.
No
solamente es complicado consumir sino que también se decide pertenecer a un grupo marginal que
debe enfrentarse a la sociedad, que condena este comportamiento y también a las
leyes.
El
poder de la cura de una adicción a las drogas está en primer lugar en el
paciente, que debe cambiar sus decisiones y comenzar a elegir la salud, que es
lo natural, en lugar de la enfermedad.
Deepak
Chopra nos dice, que elegimos en todos los niveles de la existencia: elegimos
curarnos, cómo pensar, cómo vivir, y hasta el funcionamiento bioquímico de cada
una de nuestras células.
Los
adictos a las drogas no tienen miedo de lo que les pueda pasar, porque el
consumo de estupefacientes supone elegir un suicidio lento, por eso son
inútiles las campañas que muestras los efectos devastadores de las drogas.
Detrás
de una adicción siempre hay una depresión, falta de alegría y un concepto de la
vida pesimista y llena de sufrimiento.
El
uso de drogas como recreación ha formado parte de la cultura de todas las razas
humanas desde hace miles de años, sin embargo, esta característica no justifica
su consumo, al contrario parece ser un factor autodestructivo presente desde el
inicio de la humanidad independientemente de las condiciones económicas o
sociales.
El
consumo de drogas pone en evidencia una actitud oposicionista hacia los valores
de la sociedad y permite la creación de una subcultura unida por el mismo
hábito.
El
adicto se separa de la gente que no consume drogas porque se oponen a su
práctica, no comparten su estilo de vida y además pueden denunciarlo. Está en contra del mundo y ese aspecto
antisocial forma parte importante de su experiencia y no dudarían en elegir la
droga antes que un familiar o un amigo.
Sin
embargo, hay que reconocer que no todos los que consumen drogas necesariamente
se vuelven adictos, porque el adicto tiene una personalidad con tendencia a
caer en adicciones.
Una
personalidad adictiva puede comenzar a consumir para aliviar el estrés, en
ausencia de otros recursos más saludables, pero lo que comenzó siendo algo
voluntario para tranquilizarse se convierte poco a poco en una compulsión para
evitar el doloroso malestar de la abstinencia.
Con
el tiempo, la sustancia se va a adueñando de su vida y cobra identidad propia,
reduciendo su vida social, laboral o recreativa para estar únicamente al
servicio de la droga.
El
problema del consumo de drogas, a pesar de los grandes problemas existenciales
y sociales que provoca, difícilmente tenga solución, por lo menos a corto
plazo, mientras existan familias disfuncionales y privación afectiva en la
infancia y mientras los valores de la sociedad se centren en el tener más que
en el ser.
Fuente:
“Vencer las adicciones”; Deepak Chopra.
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